Aquellas noches de luz en las sábanas dormidas... hoy las quiero recordar y me parecen mentira. Aquella gasa de tul que sin palabras tejías se clavó como un puñal, entró en mi alma herida. Y nos amamos tú y yo con besos apurados pero el sino ha querido que queden rezagados. Que no haya desazón en el pasado ha quedado, la memoria ha seguido y lejos te has marchado. Ya no queda consuelo para el corazón fallecido pues el tuyo continúa en su andar divertido. Espero que no dudes en tu paso decidido pues esta ánima vive, no volverá a lo sentido.
Amnesia itinerante
Sólo hace falta la compañía adecuada para olvidar. Luego vendrán las acusaciones pseudo-justificadas y los cambios de culpabilidad recíprocos. Creo que llegados a este punto lo mejor es tomar una decisión que radique en la pasividad indiferente. Yo también quiero interpretar ese papel tan cómodo y holgado, así que voy a intentarlo.
No deseo seguir bailando en su palma
para luego cerrar su mano y acusarme a mí
culpándome de no estar sobre su garganta
sorbiendo las gotas de su sangre de anís.
El hombre es un animal de costumbres, y son estas costumbres las que determinan la forma de ser de las personas. No quiero entrar en juicios sobre qué está bien o qué está mal, porque sería entrar en el juego. Nunca llueve a gusto de todos, ni tampoco se puede mantener contento a todo el mundo, por eso hay que hacer algunas concesiones y ser prácticos. Ya veremos qué nos depara el futuro…
Corrección
Anduril, si lees esto no te mosquees. Si te hubiese pillado por MSN te lo hubiese dicho. En la época romana, no existían las «j» así que la letra que las sustituía era la «i». Por eso se dice «alea iacta est». :rasberry_ee:
Por cierto, para quien no lo sepa, «alea iacta est» significa «la suerte está echada» :wink1_tb:
Nueva remesa de libros
El último descubrimiento ha sido la biblioteca de [E]. Son de esas cosas que, al verlas todos los días, no reparas en ellas hasta que un día por aburrimiento te acercas y empiezas a observar detenidamente. Ahora mismo estoy leyendo La Peste de Albert Camus, pero todavía me quedan más, muchos más: Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera, Lobo estepario, La fundación…
Tolkien
Incluyendo mis libros en Reader2, he puesto uno que me trae muchos recuerdos. El primer libro que leí de J.R.R. Tolkien fue El Hobbit, que lo encontré por casualidad en la librería de casa de [M], la tía de mi madre. Me llamó la atención ese nombre tan raro «hobbit», así que empecé a leerlo con curiosidad. Al principio se me hizo extraño ver aquel mapa con aquellas inscripciones, y recuerdo que pasé bastante tiempo analizándolo, observando cada detalle con avidez intentando tal vez situarlo en algún país ya que lo consideraba real.
Es posible que esta creencia mía de que el mapa correspondía a alguna región real de la geografía terrestre me incitara a leer la historia para saber de qué iba. Me duró muy poco tiempo, cuatro o cinco días, y a mis 12 años de edad ya me había embarcado en el viaje por el universo Tolkien. No, la historia no podía acabar ahi, era imposible, me había sabido a tan poco que busqué como loco entre todos los libros en busca de alguna otra continuación a la historia… Pero no tuve tanta suerte.
Sin embargo, me encontré con dos libros más del mismo autor, los Cuentos Inconclusos de Númenor y la Tierra Media. Eran los volúmenes primero y segundo, así que por suerte no llegué a leer el volumen tercero donde está escrito lo concerniente al Señor de los Anillos. Puedo decir que tuve suerte, porque hubiese destripado inintencionadamente la Gran Historia. El mundo de fantasía, razas extrañas, historias épicas y de amor, todo eso me atrapó de tal manera que cuando volví a mi casa, como éramos socios del Círculo de Lectores, y otra vez de casualidad, encontré el volumen completo de El Señor de los Anillos, los tres volúmenes en uno aunque sin los apéndices.
A los pocos meses de lectura intensiva acabé con el libro de 1100 páginas. Otra vez de casualidad, un día fuimos a casa de [F], el amigo bombero de mis padres, y me encontré frente a su biblioteca con unos libros que serían el principio y el fin del ciclo: el tercer volumen de los Cuentos Inconclusos y El Silmarillion. Rápidamente se los pedí prestados para leerlos.
La verdad es que fue una casualidad que leyese estos libros en este orden, porque de haber leído el tercer volumen de los Cuentos Inconclusos o El Silmarillion antes de leer El Hobbit y El Señor de los Anillos hubiese desbaratado la continuidad de la historia…
H.G. Wells
Creo que voy a empezar a coleccionar los libros de este gran escritor. Qué imaginación que tenía, le envidio…