Escribe

¿Cuándo volverás a escribir tus pensamientos? Ya echo en falta, o más bien, siento el síndrome de abstinencia por no leer tus palabras. Se me hace duro… Y por si fuera poco, te echo de menos…

Lazos…

– ¿Tienes algo interesante que hacer?
– No.
– Entonces me voy.

Muchas veces, cuando discutimos, me he cuestionado qué me hace seguir contigo. Tienes cosas a favor y cosas en contra, como todos, supongo. Siempre encuentro algo que me hace recapacitar y pensar fríamente. Ahora… No encuentro nada. Quiero pensar que es que estoy cansado, porque es verdad que estoy desganado, pero no sé si es por ti o por otra cosa. Quiero dejar pasar el tiempo entre mis dedos a ver si más tarde cambia algo de lo que siento. Es siempre lo mismo, ni contigo ni sin ti…

Aquí abajo en el suelo (y VIII)

He de confesarte algo, aunque me da algo de vergüenza. Bueno, en realidad no sé muy bien qué sensación es, más bien creo que son muchas sensaciones juntas y que se desvirtúan. Cada día, varias veces al día, entro en tu pequeño rincón para leer tus pensamientos, y la sorpresa que me asalta cada vez que encuentro un pensamiento nuevo es indescriptible. Me da igual si ese pensamiento es para mí o no, el simple hecho de poder saber algo de ti me reconforta. Luego de leerlo ya llegará el momento de la incertidumbre, la alegría, la tristeza, la melancolía… Pero eso es después, y lo que realmente importa es la primera sensación de júbilo.

Estando aquí abajo en el suelo te acabas acostumbrando a los regalos que caen del cielo, insignificantes tal vez para aquellos que viven ahí arriba en el cielo. Vuelves a estar acompañada ahí arriba, supongo que apenas tienes tiempo para echar de menos, pero sólo quiero que sepas que aquí abajo siempre me faltas cuando nos separamos.

Bailas muy bien

«Bailas muy bien, no me lo esperaba.» Después de todo el baile es la expresión vertical de un deseo horizontal, te lo dije, pero no me replicaste y como se suele decir, quien calla, otorga. Tú y yo tuvimos algo, para mí fue importante, pero no sé para ti. Lo echaste a perder sólo porque aquella noche se te fue la bola y no te acordaste de mí, con dos copas de más y se te olvidó que te quería. No te guardo rencor por eso, ya te lo guardas tú a ti misma lo suficiente como para recordarme lo tonta que fuiste cada vez que tienes ocasión. Te vi por primera vez en aquel lugar y fuiste mi capricho durante mucho tiempo, y no llegaste a pasar de esa categoría sólo porque soy muy tímido. Cuando llegué al instituto, el tenerte en mi misma clase supuso un reto inmenso, hasta que acabé por confestarte toda la historia y todo lo que sentía por ti. Hoy en día no siento lo mismo, pero siento una nostalgia un tanto rara, una nostalgia no por lo que sucedió sino por lo que pudo suceder de haber cambiado aquella noche y aquellos actos.

Espero poder ir a aquel lugar y verte allí, otra vez en el lugar donde te vi por primera vez y donde quedé prendido de ti. Ya hablamos, espero, y no me olvides. Ya seguiremos hablando de más cosas…

Cerca pero lejos

¿Al final subiste hasta aquí arriba? No lo sé, pero siempre me asaltará tu recuerdo cada vez que pase por delante de tu casa, aunque ya no vivas ahí. En ese piso guardaré muchos recuerdos, y tú te llevarás otros cuantos, así como yo me llevaré muchos tuyos. Te echo de menos, y no sé la razón, no sé si existe una razón, pero te echo de menos. Cuánto me gustaría poder hablar contigo, poder sentir tus caricias sobre mi piel y tus besos sobre mis labios. Me acostumbré a lo bueno, me acostumbré a ti, y ahora que me faltas te añoro y te extraño, mientras recuerdo momentos mejores.

¿Perdona?

¿Me has borrado de tu cuenta? Por lo menos podrías habérmelo dicho antes de hacerlo, pero bueno, cada uno es como es. Algunos van por delante; otros… Bueno, sé feliz. Ciao 😉

A ver niña, hace mucho tiempo que perdiste mi amistad. Sí, una vez te consideré amiga y hasta algo más, te lo dije en su momento, pero desde aquel entonces hasta ahora ha llovido mucho. Me tratabas como si fuese basura, todos se daban cuenta, y tú seguías diciendo que me tratabas bien, que no me hacías sufrir. ¿Por qué eras así? ¿De verdad lo hacías con alguna intención o era sin querer? Ahora me vienes con esto, después de… ¿Un año sin hablarnos? Mira, perdona que te lo diga así, pero no vales ni el tiempo que estoy perdiendo en escribir por ti. No quiero hablar contigo, si he estado tanto tiempo sin hacerlo ahora no voy a cambiar mi parecer. Lo único que me duele es que como vaya a La Gomera te veré allí, pero haré como otras veces he hecho en esa isla, pasar de todas esas personas falsas, sólo que ahora tú estás entre ellas. En fin, sigue tú con tu vida que yo seguiré con la mía, y ojalá no necesite nada de ti y tú no necesites nada de mí.