Las ganas de jugar

Rambo croupier [y II]No es mi primera vez, y no puedo prometer que será la última. A veces ocurre que de pronto aparece un nuevo tablero, unas nuevas combinaciones, unas nuevas cartas.

Y sientes que tienes que jugar.

Puedo aprender a jugar, y lo tomaré como un reto para mí y contra mí, nadie más. Jugaré hasta intentar dejar de ser un principiante en estos menesteres, pero no aseguro que llegue a ser bueno. Tampoco aseguro que le ponga mucho empeño, o que quiera ganar o que simplemente quiera perder, porque puede que me canse y pierda el interés.

Porque no es ludopatía; que me guste jugar no significa que sea una necesidad.

Soy un tío raro, siempre apuesto al todo o nada. Soy de esos que funcionan en base a causas y efectos, o causas y consecuencias, y por eso me gusta tanto conocer las reglas. Y es también por eso que exijo que todos los jugadores las cumplan, o abandono la partida.

Y si la partida es entre dos, si uno se marcha entonces se acabó el juego. Esa puede ser la única jugada ganadora, para no perder el tiempo.

Pensamiento del día

Viajes interplanetarios

Hay relaciones que son como los viajes: con algunas te alegras cuando regresas y con otras te alegras cuando te marchas.

Los erizos son adorables mientras confían en ti; ahora bien, cuando se ponen a la defensiva…

Hay personas cuya belleza entra por los ojos, pero es vana y efímera, y muy a menudo son feas en su interior.

Guarda este secreto

De camino a Jandía - AtardecerNo, no quiero, pero debo.

No quiero seguir actuando, pero debo seguir fingiendo que todo está bien y no pasa nada. Estoy muy lejos, demasiado lejos de ti a pesar de estar a tu lado.

Querría decirlo cada día con la esperanza de que mi verdad esté más cerca de tu verdad.

Pero aunque quiero sé que no puedo, o más bien no debo hacerlo, o tal vez imagino fronteras sobre qué se espera de mí. Sólo estoy seguro de ese nudo en la garganta que no me deja cantar cuando escucho esas canciones.

Otra vez está sucediendo, ¿pero cómo lo voy a evitar? Supongo que otra vez me tocará ver pasar una ilusión tras la alambrada que separa lo que se quiere y lo que se debe.

Y mientras, en mis ensoñaciones, imaginar que no estamos en esta sala de espera, que nos dé igual que todo el mundo vea todo lo que nos queremos decir y hacer.

Si pudiera decirte que me encantaría que fuera así…

Pero mi indecisión guarda este secreto, porque nunca seré tan valiente como para hacer lo que quiero y debo a la vez.