Amigo invisible

Perdón por no hablar de esto antes, y no es porque me diese vergüenza, sino es que soy un vago y cuando tengo algo pendiente de escribir no me dan tantas ganas de terminarlo. Prefiero escribir lo que tengo en el momento en la mente a dedicarme a un tema pendiente.

Al caso, este año hicimos el Amigo Invisible en el trabajo y tengo que hablar del regalo que me tocó: pinturas corporales de colores y sabores. No sé por qué no se me había ocurrido antes la idea de que estas cosas existían, pero cuando abrí el regalo me quedé absolutamente impresionado, ¡qué originalidad de detalle!

edible finger paints

Lo único malo de este regalo es que justamente llega a mis manos cuando ya no tengo un lienzo femenino sobre el que dibujar. En serio que tengo la espinita clavada por eso, pero según leo en la caja, tengo hasta marzo de 2008 para consumirlas preferentemente. ¡Aún sigo esperando por alguna candidata!

Pensamiento del día

thoughts

Por decir lo que pienso, por pensar lo que digo, he ganado cosas, pero otras cosas he perdido.

Los rencores son como las contracturas, un gasto de energía molesto e innecesario que se debe eliminar.

¿Qué son las drogas? La forma más fácil de desfrontalizarse. Una escisión voluntaria de una parte de nuestro cerebro que se encarga de controlar lo que debemos y no debemos hacer o decir, donde está guardada nuestra pauta de conducta y, al fin y al cabo, quiénes somos en realidad.

El pañuelo del mundo

pañueloUna vez vi un anuncio de Fox que decía que un máximo de seis [6] personas nos relacionaban unos con otros, y antes lo dudaba pero es que cada día que pasa me reafirmo más en que es cierto. Yo creo que la insularidad es una variable bastante importante en la interrelación personal, porque un territorio acotado por el mar sólo ayuda a que el número máximo de personas se reduzca considerablemente. Yo creo que lo podríamos dejar en cuatro [4] o cinco [5] como mucho, y no sé si estoy tirando demasiado por alto.

Si es que el mundo es un pañuelo, lleno de mocos, eso sí, pero un pañuelo al fin y al cabo.

Everybody loves Herman

Herman es un gigante alemán, mide cerca de 1 metro y pesa casi 8 kilos, y es todo un campeón. Ah, perdonen, me olvidé mencionar que es un conejo. En esta foto sale con su dueño, Hans, todo orgulloso él de su «pequeño» amigo. Lo que más me gusta de Herman son sus patas de peluche, ¡se sale!

Herman & Hans
Pincha en la imagen para ver a Herman a tamaño completo.

El poeta de la nieve

cocaineSí, antes era distinto. Para poder conseguirla había que ser un tío importante, un tío que estuviese arriba, porque no era como ahora que te venden cualquier mierda en cualquier sitio, sólo la gente de arriba estaba al alcance. Yo era uno de esos enchaquetados, que nos gastábamos medio sueldo en los cuatro jodidos fines de semana del mes, sólo porque conseguir unos gramos era un triunfo y te hacía sentir en la puta cima del mundo, podías mirar al resto por encima del hombro porque en tu bolsillo estaba lo que ellos querían, pero no podían probar. Era la droga de los ricos, de los famosos, de los poderosos, de la gente de dinero, y no como esa mierda del caballo, la heroína, que se metían los desgraciados que no tenían dónde caerse muertos. La culpa es de ellos, esos yonkis se exponían a todas esas enfermedades, sólo porque eran unos gilipollas que no tenían otra cosa que hacer sino compartir las jeringuillas, putos enjacados.

Nosotros estábamos a otro nivel, éramos la élite, no teníamos problemas de contagios ni mierdas de esas, cada uno tenía su estuche, su set de viaje como solíamos decir. El mío era precioso, una carterita de cuero con detalles en plata blanca que contenía en su interior las herramientas que cuidaba como un cirujano puede cuidar las suyas: el espejito, la cuchilla con el soporte de plata y el cilindro del mismo material, todo limpiado con esmero. Yo nunca compartía mi set, hubiese estado mal visto que otra nariz que no fuese la mía usase mi cilindro. Lo único que podía compartir era la nieve, y sólo con amigos y gente de confianza. Si es que hasta nuestros eufemismos para referirnos a nuestra droga eran más bonitos que los que usaban esos jacosos arrabaleros. Lástima que todo eso se haya perdido, ahora todo es distinto, nada es como antes.

cocaineAhora hasta los niñatos pueden comprar cocaína, pero es que no podrían diferenciar el polvo de talco de una buena dosis de calidad. Ya no existe el ritual que realizábamos ceremonialmente, ahora pican su dosis de mierda con un DNI o una tarjeta de crédito sobre un CD en el mejor de los casos, si no es que lo hacen sobre el jodido salpicadero del coche. Luego hacen un canuto con un puto billete de 10 €, el mismo billete que pude haber usado yo para comprar en la tienda de la esquina. ¿Dónde cojones han quedado las maneras? Ya no se disfruta del polvo de estrellas, ahora sólo hay rayas como las puede haber dibujadas en la carretera. Ya no están los nombres poéticos, ahora sólo hay pollos, farlopa o coca.

Ya sólo quedamos pocos tabiques de platino, los poetas como nosotros han sido desplazados por los encocados de barrio y me da pena. Las cosas ya no son como antes, y no volverán a serlo.