Es curioso, ya es 29 de junio y he tenido que esperar hasta esta hora para poder escribirte mis felicitaciones en el blog, tal vez porque te echo de menos, tus conversaciones, cómo me secuestrabas hasta la madrugada hablando. Te envié un SMS, también una postal, dos boberías al fin y al cabo. No te olvides que todavía me queda un regalo por darte, tengo que llamar a ver si ya lo han traído. Trendrá que ser por la mañana.
¿Dónde estás? En el cielo, como siempre, mientras yo sigo aquí en el suelo. ¿Me envías señales? No las veo, lo siento. Ya sé que estoy cegato, pero mi corazón no es el que tiene -4,50 dioptrías sino mis ojos. Con él veo y siento claramente cuando pienso en ti, cuando estoy contigo, cuando me hablas, cuando me susurras al oído tu risa nerviosa que me hace cosquillas.
Me gustaría saber tanto de ti, y a la vez no me gustaría saber nada, porque soy muy curioso y lo sabes, como también sé que la ignorancia es la felicidad. Háblame, cuéntame… Sé que sientes desprecio por mi género, y no te lo reprocho, porque habemos muchos indeseables sueltos. Hay veces en las que me avergüenzo de los hombres, aunque yo sea uno de ellos, pero tal vez soy yo uno más en el saco de los desperdicios. No lo sé, no me lo digas. Críticas a la cara y alabanzas a la espalda, pero a veces resulta más reconfortante la seda que el esparto.
No, no cambies, no serías tú misma, y no me quiero sentir responsable de haberte cambiado, ya sea para bien o para mal. El 28 es tu día, pero el resto del año son tuyas las noches, eres tú la dama nocturna que toca la sinfonía de mi alma… Que siga siendo así por siempre y siempre que quieras.