Te busco y no me encuentro… Eres a la vez maldita y bendita, eres mi incertidumbre. Te odio y te necesito, eres parte de mí y no puedo evitarte. Siempre apareces para poner un toque de interés en mi vida, pues las cosas fáciles no son interesantes, ¿verdad? En silencio discutimos tú y yo, nunca nos llegamos a comprender, y es a lo que todos aspiramos. Nadie se puede entender a sí mismo, esperamos conocernos un poco al menos, unos más y otros no tanto.
¿Cuántos años llevamos juntos? Sí, hace una semana cumplimos la veintena más un año desde aquel día que nos conocimos. Jamás llegaré a entenderte y nunca conseguirás comprenderme. Sin embargo, nuestra existencia juntos es interesante, porque eres inquieta, nunca tienes suficiente, la curiosidad te puede. Algo te conozco, son muchos años, y los que nos quedan por venir espero que sean igual de productivos o más.
A veces aparecen en el camino rompecabezas un tanto extraños y difíciles, ¿verdad? Sin duda, pero todo laberinto tiene su salida, o si no, ya nos encargaremos de fabricarla nosotros. Siempre me lías, pero te quejas de que te complico la existencia. En realidad nos gustan los retos, confiésalo. ¿Qué tienes entre manos? Lo sé, pero qué le vamos a hacer. Las cosas no son tan simples como parecen, y no he tomado una decisión aún sólo porque no sé cuál me parece más acertada. Claro, ninguna es acertada, así que estamos apañados…
Da igual, tú y yo, estamos juntos queramos o no queramos, así que por lo menos la soledad no será tan amarga si tengo a alguien con quien poder conversar. Pero si lo sabes, ¿por qué quieres que lo diga? De acuerdo… ¿Ya estás contenta? Me lo imaginaba. En silencio hablamos tú y yo, y eso es lo que más me gusta, que nadie más puede escuchar nuestras conversaciones, cuando me pongo a divagar o cuando estás discutiendo conmigo.
Eres mi arma más poderosa, y eres quién me quita y me da la libertad. Eres quien soy… Mi mente.