No sirvo para las conversaciones superfluas, es por eso que prefiero el silencio. A muchas personas les molesta estar en compañía y estar en silencio, les incomoda no tener conversación. Hay veces en las que no es necesario decir nada, mejor callar que romper la magia del silencio, no decir nada que no sea más bello que el silencio. En silencio…
En silencio llego a ti y tú a mí, conversando, con una relación íntima y etérea, menos sólida que las palabras pero con más sentimiento. En silencio te miro y me miras, nos miramos y sentimos cómo la quietud nos rodea y nos humedece los labios. No hace falta hablar, pues mi beso calla a tu beso y así, callados los dos, caemos en una laguna de silencio y pasión, donde no resuenan los ecos de nuestros corazones exaltados.
En silencio, de noche, compartiendo tu lecho, movidos por el vals de nuestras caricias y besos. Te miro a través de la oscuridad, siempre tan callada, y siento cómo tu mirada se clava muy dentro. Sólo tenemos la noche, una noche nada más, para saborearnos en silencio y despertar luego junto a ti, mientras duermes y te contemplo sin hacer ruido. Eres tan bella cuando duermes… Tal vez porque estamos en silencio y nos observamos, yo calladamente y tú a través de tus párpados cerrados.
Debemos separarnos, he de irme y tú te quedas, ¿o tal vez soy yo el que permanece mientas te alejas? La distancia se alza entre los dos irremediablemente. Cada despedida es un amargo bocado de realidad que interrumpe mis sueños más placenteros junto a ti. Sólo queda para mí el consuelo de poder rescatarte cada noche, mientras me vigila la oscuridad, y volver a estar junto a ti, en silencio.