No estoy mosca, es sólo que tengo ganas de escribir automáticamente, echar (de nuevo) pensamientos sobre estas líneas. No puedo estar atosigando a nadie todo el día, todos los días. No va conmigo. Yo me hago notar un poco, y ya luego si me quieres dar un toque pues bien. ¿Me perteneces? ¿Te pertenezco? No existe esclavitud, lo sé, y tampoco pretendo que la haya. Es sólo que se agolpan las ideas en mi cabeza y buscan salida por algún resquicio. El problema viene cuando me pongo a pensar, a divagar, y es un peligro. Soy de los que primero piensan mal y luego intentan pensar bien. Si no das señales de vida, es porque estás ocupada, estás pasándotelo bien, estás pasándotelo mal, no te acuerdas, no te quieres acordar, estás en compañía, quieres estar sola, no tienes saldo, no quieres gastar dinero, no tienes un teléfono a mano, no quieres llamar a secas…
Que conste que no estoy enfadado ni mucho menos, sé que estaba en el Congreso de la M.G.D. y a lo mejor no me querías molestar, pero te puedo asegurar que no lo hubieses hecho. Es más, lo hubiese preferido, para poder escapar de la compañía de tanto médico enchaquetado que tiene a los fisioterapeutas a menos. Escuchar tu voz como un bálsamo… Lo hubiese querido, pero muchas veces no se cumple lo de el que quiere tiene, y el que tiene puede. En fin, estoy cansado y creo que me voy a poner a terminar de ver «La memoria de los muertos», que anoche no pude terminarla porque tenía sueño.