¿Crees en la inspiración? Yo creo en ella, tengo fe. Sin embargo, no estoy esclavizado a ella, porque en el fondo sé la verdad. Sé que a veces puedo prescindir de ella, a veces necesito estar sólo, yo y mis pensamientos.
En realidad, pocas veces logro estar solo, porque en cuanto me descuido apareces y te conviertes en mi inspiración. Me divierto cuando juegas conmigo, intentando esconderme de ti y regocijándome cuando me encuentras. Siempre logras escapar del laberinto y acabas abrazada a mí, aunque no te toque. Te imagino, tu piel contra mi piel, tan suave, tan dulce… ¿Lo ves? Ya me has vuelto a encontrar y vuelvo a pensar en ti. Eres mi inspiración, y siempre vuelves a mí.
Y es que las cosas más bellas no siempre nacen de la inspiración. Tú, por ejemplo, apareciste un día y, qué casualidad, al igual que mi inspiración, sin esperarte y sin avisar, y ahí te quedaste, colgada de mis pensamientos.