Interferencias

interferenceMe estaba ayudando a decidir sobre qué juguete le gustaría más a mi nieto cuando, de pronto, su cara cambió casi imperceptiblemente, mostrando cierto desconcierto.

-Anda, cógelo.

-¿Cómo?

-Tu móvil, sé que te están llamando.

-¿Pero cómo…?

-Llámalo como quieras, «percepción extrasensorial», «sexto sentido»… Yo prefiero llamarlo interferencias.

Le enseñé el audífono que llevaba. Al instante lo comprendió y se echó a reír. ¡Qué refrescante es la risa de las muchachas jóvenes!

Multiverso

multiverse

¡Hola! Hoy vamos a hablar de un tema que me apasiona: ¡el multiverso! No, no se escandalicen, al menos por ahora, porque ya sé que esa palabra provoca dudas en ustedes, pero se la voy a explicar.

Nosotros no vivimos en un universo sino en un multiverso, esto es, múltiples, infinitos universos coexistiendo paralelamente o, como veremos más adelante, tangencialmente. Pero empecemos por el principio, por la etimología de la palabra: universo, una versión. ¿Acaso somos tan pretenciosos como para considerar que sólo existe una versión de algo? No, existen otros universos aparte del nuestro, infinitos, pero para el próximo ejemplo necesito usar como modelo teórico un único universo original, imaginemos que es el nuestro.

Sabemos que el presente no existe como realidad, pues nunca podremos medir con absoluta exactitud el tiempo, pero imaginemos por un momento la menor medida posible de tiempo. En ese instante se estarán creando infinitos universos absolutamente iguales al nuestro, únicamente diferenciables por el cambio de una o más variables del original, es decir, el número de universos tangentes sería igual a infinito exponencial. ¡Matemática combinatoria simple! Si a su vez nos apetece seguir complicándolo un poco más, imaginemos que a partir de esos universos tangentes se generasen otros universos tangentes, y así seguiríamos infinitamente, ¿no?

Infinitos universos son demasiados universos, y por simple probabilidad siempre existirán al menos dos universos iguales, así que de la misma manera que se crean infinitos universos, a su vez infinitos universos tangentes se colapsarán. Ahora les lanzo una pregunta, ¿alguna vez han sentido que ya han vivido una situación, un déjà vu? Pues en ese instante se está colapsando un universo tangente con el nuestro, o el nuestro con otro universo, porque, llegados a este punto, ¿qué universo es original y qué universo es tangente? Imagínense las implicaciones filosóficas que entraña todo esto; bueno, filosóficas o de orgullo por no ser los originales.

Sin embargo, cuando ocurre el colapso de un universo tangente no todas las personas sienten un déjà vu, y ahora viene la parte «romántica«, porque las variables de ese universo tangente sólo conciernen a esa persona que siente que ha vivido la situación. Este momento metafísico, todo un universo colapsando por un único ser, es lo más increíble que puede suceder jamás, así que a partir de ahora será mejor que le den un nuevo significado a sus déjà vu.

Sé que están abrumados, pero aún no he llegado a la parte del viaje temporal. ¡Vaya! Ya veo que a muchos les cambia la cara con la idea de poder viajar en el tiempo, pero no quiero saber qué razones los moverían a cometer semejante locura. Sí, locura, porque si ya les he explicado que existen universos tangentes, quizás no se hayan parado a analizar las implicaciones de esta palabra. Imaginemos un universo como una línea irregular, pues sabemos que el universo, o más bien, el espacio-tiempo, es de forma variable. Pues tomando un punto de esa línea tracemos otra línea que simbolizará otro universo que contacta con el nuestro sólo en ese punto, es decir, que es tangente y lo único que tiene en común ese universo y el nuestro es su pasado hasta el momento que se ha «separado de nosotros».

Viajar en el tiempo en nuestro universo es imposible, no les voy a engañar. Lo que sí podemos hacer es viajar a otro universo tangente cuyo tiempo sea anterior o posterior al nuestro, pero en cualquier caso, será distinto a nuestro universo de origen, en mayor o menor medida. Y sí, si ya les he dicho que el tejido espacio-temporal es de forma variable, por esa razón se puede dilatar o contraer. Si se encuentra más contraído que el tejido espacio-temporal de nuestro universo de origen el tiempo de ese universo tangente será posterior al nuestro, es decir, será el futuro. Por el contrario, si es más dilatado, el tiempo será anterior al nuestro, será el pasado. Pero repito una vez más, no será ni nuestro futuro ni nuestro pasado, será su futuro y su pasado, distintos a los nuestros. ¡Ténganlo en cuenta!

multiverse

Sin embargo, ya hemos visto que un universo tangente no tiene por qué mantener su situación tangencial eternamente, y esto sucede cuando colapsa. ¿La razón del colapso? La misma razón por la que se separó, una variable, nada más y nada menos. Dos universos diferentes, desde el momento que compartan una única variable, colapsarán. No importa la duración de ese colapso, porque aunque virtualmente sean dos universos en uno, en realidad son sólo uno del que tarde o temprano saldrán universos tangentes. La probabilidad de que surja de nuevo uno de los universos originales es de 1 entre infinito, pero existe esa probabilidad.

Lo divertido del multiverso es que pueden colapsar infinitos universos en uno solo, no existe un número máximo de universos tangentes que puedan colapsar, sólo que yo me refiero al número mínimo necesario para tal colapso, es decir, dos. Llegados a este punto de mi narración, una vez saturados de ideas a las que cada uno de ustedes le darán una interpretación personal, sólo quiero que hagan una última reflexión: Piensen que en algún lugar del multiverso, en un universo tangente, yo nunca les he contado esto y ustedes viven tranquilamente ignorando estos conocimientos.

¿Quién es más feliz?

El poeta de la nieve

cocaineSí, antes era distinto. Para poder conseguirla había que ser un tío importante, un tío que estuviese arriba, porque no era como ahora que te venden cualquier mierda en cualquier sitio, sólo la gente de arriba estaba al alcance. Yo era uno de esos enchaquetados, que nos gastábamos medio sueldo en los cuatro jodidos fines de semana del mes, sólo porque conseguir unos gramos era un triunfo y te hacía sentir en la puta cima del mundo, podías mirar al resto por encima del hombro porque en tu bolsillo estaba lo que ellos querían, pero no podían probar. Era la droga de los ricos, de los famosos, de los poderosos, de la gente de dinero, y no como esa mierda del caballo, la heroína, que se metían los desgraciados que no tenían dónde caerse muertos. La culpa es de ellos, esos yonkis se exponían a todas esas enfermedades, sólo porque eran unos gilipollas que no tenían otra cosa que hacer sino compartir las jeringuillas, putos enjacados.

Nosotros estábamos a otro nivel, éramos la élite, no teníamos problemas de contagios ni mierdas de esas, cada uno tenía su estuche, su set de viaje como solíamos decir. El mío era precioso, una carterita de cuero con detalles en plata blanca que contenía en su interior las herramientas que cuidaba como un cirujano puede cuidar las suyas: el espejito, la cuchilla con el soporte de plata y el cilindro del mismo material, todo limpiado con esmero. Yo nunca compartía mi set, hubiese estado mal visto que otra nariz que no fuese la mía usase mi cilindro. Lo único que podía compartir era la nieve, y sólo con amigos y gente de confianza. Si es que hasta nuestros eufemismos para referirnos a nuestra droga eran más bonitos que los que usaban esos jacosos arrabaleros. Lástima que todo eso se haya perdido, ahora todo es distinto, nada es como antes.

cocaineAhora hasta los niñatos pueden comprar cocaína, pero es que no podrían diferenciar el polvo de talco de una buena dosis de calidad. Ya no existe el ritual que realizábamos ceremonialmente, ahora pican su dosis de mierda con un DNI o una tarjeta de crédito sobre un CD en el mejor de los casos, si no es que lo hacen sobre el jodido salpicadero del coche. Luego hacen un canuto con un puto billete de 10 €, el mismo billete que pude haber usado yo para comprar en la tienda de la esquina. ¿Dónde cojones han quedado las maneras? Ya no se disfruta del polvo de estrellas, ahora sólo hay rayas como las puede haber dibujadas en la carretera. Ya no están los nombres poéticos, ahora sólo hay pollos, farlopa o coca.

Ya sólo quedamos pocos tabiques de platino, los poetas como nosotros han sido desplazados por los encocados de barrio y me da pena. Las cosas ya no son como antes, y no volverán a serlo.

Interrelación neuronal

Inspiración alcohólica post-fiestera haciendo alusión al estado mental de [M] por culpa de la tía esa que le trae por el camino de la amargura.

neuroneLa neurona estaba aburrida en su espacio craneal, sola, escuchando el eco de sus pisadas resonando contra las paredes. Además, por si fuera poco, tenía sueño y eso no la ayudaba en absoluto en sus tareas, que no eran pocas.

A ninguna neurona le resultaría fácil controlar un cuerpo humano bajo esas condiciones laborales, y se hubiese puesto en huelga de no ser porque escuchó a alguien acercarse.

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?- preguntó con cierto grado de miedo.

-¡¡¡Eeeeeeyyyyy!!! Buenas noches coleguita, ¿qué tal todo?- exclamó con voz estropajosa una neurona con pinta de andar un poco beoda.

-Bien, bien, estooo… ¿Dónde está todo el mundo?- se notaba que estaba irritada por tener que estar haciendo horas extras.

-Tiiiiiia, está todo el mundo abajo de fiestuqui y me mandaron a buscar hielo. ¿Tienes un poco por ahí?

Aprende a suicidarte (y V)

Otra entrega más de la serie de suicidios. No sé hasta cuándo durará, pero mientras tanto seguiré con las historias que me enganchan mientras las escribo. Creo que el escritor es el que más disfruta de sus textos, no los lectores.

blueAllí estaba en aquella sala anodina del Hospital, rodeado de aparatos con pitidos intermitentes y con su hija conectada a un respirador artificial. ¿Por qué se había querido suicidar? No podía evitar sentirse culpable por todo aquello, por lo que había pasado hacía tantos años y le había costado su relación con su hija. Fue ella la que le prohibió ponerse en contacto, no quería saber nada de su padre y no la culpaba.

Pero no quería seguir nadando en las frías aguas del pasado, ahora estaba allí con ella, agarrándole fuertemente la mano con la esperanza inconsciente de hacerla despertar con aquel estímulo. Pero sabía que no iba a ser así, los milagros sólo aparecen ante la ignorancia y él sabía tanto del cerebro humano que no había lugar a dudas. Las pastillas le habían causado un daño irreversible, tanto que hasta el tronco cerebral había quedado dañado, de ahí que necesitase de una máquina para poder respirar.

Se quedó mirando el goteo del suero pensando, recordando, torturándose. Aquella iba a ser su forma de alimentación a partir de ahora, el tubo que tenía dentro de la boca iba a ser sustituido por una traqueostomía, su bello cuerpo se iría demacrando día tras día, incluso con los cambios posturales y la fisioterapia, y nunca despertaría de aquel sueño. En realidad prefería pensar que era un sueño que nunca iba a acabar, porque si despertaba algún día sabía que no volvería a ser su hija, sería un alma atrapada en un recipiente.

Se había quedado en estado vegetativo, desconectada completamente de su parte consciente, controlada por el sistema autónomo del cuerpo, e incluso éste ya estaba fallando porque necesitaba de un respirador artificial. Sabía cuál era el futuro que le esperaba a su pequeña, estar conectada permanentemente a aquella máquina que la mantenía con vida.

¿Vida? Aquello no se podía considerar vida, abandonada a funciones primitivas sin poder controlar su propio cuerpo, sin conciencia alguna de lo que le estaba sucediendo. Se maldijo a sí mismo por aquel pensamiento, no podía soportar la verdad que le mostraba el conocimiento y entonces comprendió que la ignorancia es un don que permite a aquellos que lo han perdido todo conservar su bien más preciado: la esperanza. Él era rico y famoso en el mundo médico como un eminente neurólogo, no podía negar que tenía todo lo que quería, pero carecía de esperanza.

Sabía que su hija no sufría, ya no sentía dolor alguno debido a la sedación que le habían administrado y al daño neurológico que se había infligido, pero sabía que sufriría a través de él. Tomó la decisión y fue a hablar con el médico que estaba a cargo de su hija dispuesto a suplicarle. Se acercó a él y le dijo las palabras que todo médico teme oír por las connotaciones que suponía. Su reacción era previsible, no todos los días alguien pide la muerte para su hija.

Aprende a suicidarte (y IV)

Continuamos con la serie de historias sobre el suicidio.

Miraba aquella noticia en el periódico con una mezcla de curiosidad y aprensión. Al parecer la policía forense no se explicaba el por qué de la bombona. La autopsia había revelado que la causa de la muerte fue la fractura cervical y la asfixia por la cuerda que se había atado al cuello. No había tenido tiempo de intoxicarse con el gas butano y la deflagración le había provocado daños postmortem. De no haber sido por el gas no había saltado por los aires la puerta matando en el acto a aquella adolescente. Dobló el periódico a la mitad y comenzó a andar hacia el cuarto de baño.

Cuántas cosas había dejado pendientes, cuánto por experimentar y conocer, una lástima. Sin embargo, ella no tenía nada que la atase a aquella vida, no tenía hijos ni deudas y hacía muchos años que se había marchado de su casa. Desde entonces no había vuelto a hablar con su padre, y sabía que seguía vivo por los artículos que escribía en la revista. No quería volver a recordar aquel día, cuando lo encontró en casa con otra mujer en la cama que fue de su madre, muerta hacía dos años. Había mancillado su memoria acostándose con aquella furcia y ella jamás se lo perdonaría.

Estaba sola en el mundo, no tenía ningún amigo y muy pocos conocidos, y este sentimiento de soledad sólo conseguía reafirmar su decisión. No tenía trabajo, la herencia de su madre la mantenía en una vida de semilujo, y pasaba sus días ejercitándose en el gimnasio y cuidando su esbelta figura sólo como pasatiempo. Se miró en el espejo y éste le devolvió la imagen de una mujer muy bella pero de mirada triste y melancólica. Sabía que no había ninguna mujer de treinta años con un cuerpo tan perfecto, lo que conseguía que cualquier hombre o mujer se pusiese a sus pies. Sin embargo, esta posición de poder sobre los demás tan sólo acrecentaba el desprecio que sentía por su vida vacía y sin rumbo.

Comenzó a desnudarse pero de pronto se detuvo, no quería que los que llegasen a buscarla disfrutaran gratuitamente su cuerpo, así que se metió en la bañera llena de agua caliente con el tanga y el sujetador aún puestos. Cogió el bote de las pastillas y se tomó un puñado acompañado de un martini que estaba demasiado caliente para su gusto. Cerró los ojos y dejó que el sueño la embargase.