No hace falta que me digas qué debería esperar de ti. Sigo aquí, igual que siempre, por mi propia voluntad. Dicen que la suerte sonríe a los que se atreven, pero no me fue muy bien eso de dejarme llevar. Tal vez lo mejor sea pasar de todo por completo y dejar de usar la memoria como motivo y razón, dejar de recordar aquel tiempo en el que tú y yo hacíamos lo que queríamos sin buscar justificación. Lo cierto es que ahora ya no podemos recuperar todo aquello que nos regalamos alguna vez. Tuvimos buenos momentos, o eso me parecía, porque ya no sé si fueron sinceros de verdad. De las tardes y noches de todos aquellos sábados cuando nos refugiábamos entre sábanas en mi cama. Refugiados del frío en la calle, en nuestros corazones, y del frío del hambre de cariño de nuestras almas. Protegía la memoria, por si acaso la olvidabas, de aquel primer sábado de finales de octubre. No la olvidaba, para que tú la recordaras, hasta que un día dejó de importar lo suficiente. Como si fuera una tradición de nuestro calendario, fue también un sábado cuando terminó aquel otoño, cuando cayó muerta la última hoja de nuestro árbol y en el jardín tan sólo quedó este áspero invierno. Ahora en perspectiva, ¿es esto lo que esperabas? Mirando atrás, ¿no te despierta ninguna emoción? Muéstrame algo de verdad, algo que sientas hoy, algo que pienses, para entender esta situación. No sé, tal vez has madurado y yo sigo igual de infantil, y esta amnesia selectiva te parece como la libertad, o simplemente eres de ese tipo que miente por hablar y nunca se atreve a decir un adiós que suponga un final.
Todo lo que se irá mañana
Es de noche, ya tarde, y beso tu hombro. Sí, no me lo digas, ya me lo imagino: tienes que levantarte temprano mañana, y sé que estás cansada, muy cansada. Me gusta estar abrazado a tu lado, tan sólo así, quiero acompañarte. Sentir a mi lado tu cuerpo, desde tu propio lado de la cama. Sabes que no me hacen falta excusas, que sólo hace falta uno para ser dos, para transformar tu cuerpo en un templo en el que poder rezar a nuestro dios. Prometo que cuando hayamos terminado te sentirás derrotada, pero mañana cuando te despiertes tan temprano, ya verás, te sentirás como nueva. No soy un tío egoísta, o eso intento. No molestar, poder sacar esta idea de mi cabeza y de mi cuerpo, pero esta noche no tengo sueño. No me puedo dormir, no puedo contar ovejas, no puedo esperar que la tele me duerma. Leo un libro, pero las palabras se pierden. Lo intento... Pero no lo intento de veras. Me giro, no puedo dejar de mirarte. Este corazón late desbocado, y maldigo mi suerte de tenerte y me siento morir, así que te beso. Tus ojos me miran y sonríen y yo sólo quiero mirarme en tu sonrisa. ¿Acaso es que tú también quieres? ¿Acaso es que me he equivocado? Recuerdo un verso que escribí ayer que decía algo parecido a lo que pienso, algo como "tu cuerpo es lo que quiero", o "tú eres todo lo que quiero tener". Da igual, todo lo que no recuerdo, ahora mismo, no tiene importancia. Sólo quiero aprovechar el tiempo hasta que te vayas temprano mañana.
Pensamiento del día
Da igual lo que hagas pero hazlo con pasión, de otra manera estarás perdiendo el tiempo.
No intentes dirigir a nadie, es mejor dejar que las personas actúen por sí mismas para comprobar quiénes son realmente.
El mayor problema de utilizar el sarcasmo en una conversación es que requiere de cierta inteligencia para interpretarlo correctamente y, lamentablemente, a menudo no suele ocurrir esta suerte.
Pensamiento del día
Si la vida te da melones puede ser por varias razones: padeces agnosia visual, sufres dislexia o tienes una suerte envidiable.
Hay quien se resiste a madurar simplemente porque lo toma como un signo de envejecimiento.
A veces pretendo ser normal pero resulta demasiado aburrido, entonces vuelvo de nuevo a ser yo mismo.