Por favor disculpa a mis ojos porque buscan el mar donde no debería estar, y al ver el sol tras el cristal me hacen pensar que hará calor. Igual que pienso en quién era yo para ti y para mí, y cómo, tan falto de todo y nada, confundía lo que había entre nosotros con el amor. Tenías mis latidos a tu merced, a veces clavados como punzadas, cuando me hacías pensar que llegaba el final. Otras, como tormentas con truenos, cuando querías volver a entrar, y yo siempre te dejaba. Y te decía que siempre habría sitio para ti, incluso cuando no lo había, pero yo lo buscaba, desechando otras cosas sólo para hacerte un hueco en mi corazón. Si sabes que sólo quiero nadar en tu mar y acabo siendo un barco varado entre dunas. Si sabes que sólo quiero bañarme en tu calor y tan sólo eres dolorosamente fría. Aún mis ojos sueñan con un amor, ¿quién no lo hace cuando tu compañía es ausencia? Dime... Dime por qué, ¿por qué siempre confundes mis ojos?
Todo lo que nunca hice
Nunca vi amanecer hasta que pasé despierto una noche a tu lado Nunca vi la luz del sol hasta que apagaste las luces de la habitación Nunca vi mi hogar hasta que estuve demasiado tiempo lejos Nunca sentí un latido hasta que escuché tu corazón Nunca vi el mar hasta que me mudé tierra adentro Nunca vi la luz de la luna hasta que brilló sobre tu piel Nunca vi tus lágrimas hasta que rodaron sobre mi mejilla Nunca olí tu pelo hasta que el perfume de tu cuerpo se fue Nunca medí las distancias hasta que nos separó un cristal Nunca vi las fronteras del mapa hasta que viajé en aquel tren Nunca dije "te quiero" hasta que no pude susurrar a tu pecho Nunca supe que me fui de tu lado hasta que te necesité
Para olvidar
No sé por qué regresaste justo ahora, cuando el olvido ya había hecho acto de presencia. Supongo que ya lo sabes, no lo sé, pero la tristeza ocupó el espacio que dejaste cuando te marchaste. De verdad, no sé para qué volviste…
Cuánto mal provoca recordar lo que ya no está.
La melancolía vuelve a echar raíces, y yo que pensé que el invierno había acabado con todo lo que había plantado en el jardín. Lo cierto es que es mejor guardar silencio. ¿Para qué hablar acerca de cosas que ya no existen? De verdad, no entiendo el porqué de tu retorno…
Ya ves que sigo hablando demasiado, y por eso es mejor callar.
Mis tristes poemas estuvieron conmigo como compañeros de mi soledad, pero nosotros tres no pudimos calentar aquel corazón. No sé si lo sabes, pero una parte de mí me abandonó y se fue contigo. La eché de menos un tiempo, hasta que empecé a olvidar lo que antes estaba dentro de ese hueco en mi pecho.
Pero ahora, otra vez, has vuelto… Y contigo aquel recuerdo que vuelve para doler.
Echo de menos el tacto del sol y del mar, pero tengo las manos deshechas de apretar el dolor. Y de nuevo has vuelto, hablando de cosas que no quiero escuchar, preguntando cosas que no quiero contestar, demandando cosas que no quiero dar…
De verdad, no sé que pretendes de mí… Mejor olvidemos los dos.
No detengas tu caminar para mirar ese árbol que se marchitó sin dar fruto. Ya es demasiado tarde, y tan sólo quedaron unas flores, ni vivas ni muertas, como epitafio del aroma que una vez te hizo suspirar. Lo que tengas de mí te lo puedes quedar, pero yo te devuelvo tu recuerdo.
Por eso déjame desaparecer, no te aferres a mí, y me perderé en la niebla del ayer, como un pensamiento que no se puede recordar.
Qué lástima da llegar a la conclusión que al final, de todo aquello, ya no queda nada, nada que se pueda aprovechar. Sólo unas palabras vacías, que daban vueltas por mi cabeza y anclé a las páginas de este cuaderno. Cuando llegue el momento y la marea se las lleve ya carecerán de importancia, como esos troncos que el mar deja olvidados en alguna playa lejana.
Como Neruda una vez escribió, estos podrían ser los últimos versos que te escriba. Lo cierto es que te he echado de menos, lo justo para escribir otra vez unas cuantas palabras.
Palabras… Para olvidar.
Pensamiento del día
Pensamiento del día
Pensamiento del día
Aunque parezcan naturales, te sorprendería conocer la cantidad de cosas que en realidad no lo son.
Lo real y tangible siempre será muchísimo mejor que lo virtual.
Hay personas capaces de llenar toda una mañana con el sonido de su voz y hacer que aparezca el sol con una sonrisa; si conoces a alguien así, no permitas que escape de tu lado.