Está claro que no las mayores mentiras son las generalizaciones, y que sobre gustos no hay nada escrito, pero hay chicas que no las entiendo. Partimos de la situación en la que les gusta un chico, y no entiendo por qué mientras más las ignora y se hace de rogar el sujeto ellas más babean. El grado de interés por ambas partes es inversamente proporcional.
Otra cosa, me veo por las calles a los típicos gorritas con las novias todas monas ellas, bien vestidas, nada de llevar ropa deportiva ni nada de nada. Es el caso de mientras más jacoso y arrastrado más me gusta. Cada vez que veo un caso parecido sigo sin entenderlo.
¿Qué es lo que ocurre? Es posible que la estirpe de los chicos decentes y atentos ya no esté de moda, que seamos una especie en peligro de extinción y nos estén ganando la batalla los chulitos engreídos y los jacosos cocainómanos y porreros. Me niego a aceptar que estos engendros nos hayan ganado la batalla evolutiva.
Otra cosa que viene al cuento es que ya no existe el «Ars Amatoria», el arte del amor. Desde que el Messenger entró en nuestra sociedad se ha convertido en el método más fácil de relacionarse, y no me refiero sólo a amistad. La sutil técnica de la seducción se ha perdido y ahora todo el mundo se decanta por el «¿Cuándo quedamos para un polvo?». Por favor, el romanticismo ha desaparecido de nuestras vidas, incluso se usa el adjetivo romántico con tono despectivo, como si tirases un gargajo a la cara de quien aún piensa que declararse con un poema no está pasado de moda. En estos momentos recuerdo a una compañera de clase de un buen amigo que en una ocasión declaró que le daban ganas de vomitar que un chico le recitase un poema o le viniese con «algún rollo romántico».
En realidad yo no debería mear en contra del viento porque precisamente yo conocí a Irene con internet como intermediario, incluso tuvimos largas conversaciones por el Messenger cuando aún no salía con ella, pero sin embargo yo soy de la vieja escuela. Fue un día que quedamos ella y yo cuando le recité un poema y me declaré. Ella me cuenta que no le parecí un idiota romántico ni nada parecido, y en realidad yo tampoco me considero así. En realidad, ninguna persona romántica se considera fuera de lugar sino que son los demás los que ponen etiquetas.
Es una pena que las cosas vayan tan rápido hoy en día, que se pierdan los valores, a mi juicio, importantes en el proceso de enamorar a alguien, pero qué le vamos a hacer. Hoy en día todo el mundo tiene prisa, hay una obsesión por la velocidad y la rapidez, y pienso que la vida se disfrutaría más tan sólo llendo un poquito más despacio.