Tuvimos nuestra oportunidad, pero nunca me llamaste y por eso empecé a enfriarme, y empecé a cansarme de este cambio de estación. Cansado de falsas sonrisas, falsas miradas y falsos besos. Tuvimos nuestra oportunidad, pero no la sujetaste y por eso me escurrí entre tus dedos, y me cansé de este invierno sin calefacción. Cansado de palabras baratas, excusas baratas y caricias baratas. Pero cariño, sólo quiero que sepas que nunca quise regalos ni limosnas sin merecer. Porque todo lo que quería era que tú me quisieras y que tú quisieras que me quedara. Nada más.
Calmaria
Anoche, fruto de una conversación casual, surgió una idea que me pareció interesante.
La única forma
en la que podría estar tranquilo es
descansando mi cabeza sobre tu pecho
y escuchar el susurro de tu respiración sobre mí;
preguntarte entonces si me quieres
y que tu voz y tu corazón
me respondieran al unísono un sí sincero.
Sólo podría estar tranquilo
de esa manera.
«Calmaria» en portugués significa calma, tranquilidad.
Equinoccio de primavera
Llega la primavera y dicen que altera la sangre y los corazones, aunque como yo ando todo el año de la misma manera tampoco supone demasiada diferencia salvo por los posibles brotes de alergia.
Navego a la deriva y perdido bajo la luz de un sol mortecino a rastras y con pasos cansados persiguiendo a quien huye de mí. Vivo, pero a la vez algo muerto, con un hueco en el centro del alma que ocupara hace ya tanto tiempo mi viejo espíritu malherido. Sufre mi corazón de agujetas por muchos latidos derramados por otro corazón orgulloso, por un amor no correspondido. Un cuerpo maltrecho y dolorido de huesos, carnes y sentimientos, con una pena intensa en el pecho por suspirar por quien no ha querido. Mis ojos pasean su mirada buscando cierto bálsamo en vano que alivie por fin el sufrimiento de vivir con este sino amargo.
Y seguimos viendo pasar las estaciones, cambiando el tiempo, los olores y también los colores, pero hay ciertas cosas que no cambian, nunca cambian…
Diálogos irreales
Nadie puede negar que gracias a las nuevas tecnologías es muy fácil comunicarse con otra persona de manera rápida. Muy a menudo las conversaciones son diálogos escritos entre dos fotografías en una pantalla y casi nunca nos paramos a pensar en lo anodino de la situación.
Quisiera poder dejar de contemplar tu fotografía y convertirme de pronto en una cámara entre tus manos para así poder percibir tu tibia piel sobre la mía aunque estuviera hecha de duro metal e inerte plástico, y probar el agridulce sabor del sudor que regalan los poros de tu cuerpo bajo el calor del sol de verano. Deleitarme con tus ojos y la silueta de tu figura siendo yo cíclope que porta un monóculo cristalino, o percibir tu floral fragacia sin poseer nariz digna de tales perfumes secretos y afrodisíacos para luego grabar en mi olvidada memoria el timbre de tu voz que despierta en el penitente tantos anhelos. ¿Cuándo dejarás de ser una fría imagen congelada, una instantánea prisionera tras los barrotes del marco, silenciosas palabras que se suceden una tras otra en una frívola danza de letras a contratiempo? ¿Cuándo despertará al fin tu corazón del pesado tedio para convertirte en un ser de carne y hueso a mi lado?
La conversación tradicional cara a cara siempre será mejor.
La realidad
Ya sé que no tiene rima, ni asonante ni consonante, pero me apetecía escribirlo y ya está. Las reclamaciones han de ser trasmitidas al servicio de atención al cliente.
Incluso cuando he sido golpeado por una realidad mejor he recogido los trozos desperdigados de mi propio yo. En verdad no importa cuántas veces me visite el final porque en cada ocasión me ha animado con una palmada en mi espalda. Preocuparse continuamente por el significado de las cosas no necesariamente nos permite dejar de estar confusos. Muy al contrario, a menudo obceca nuestra mente y sentidos y siempre nos lleva de nuevo hasta una nueva pregunta. Puedo dibujar el contorno del futuro porque sus límites están cimentados sobre todas las osadías del pasado y construidos con los acontecimientos del presente. Pero tal vez no lleguen a ser porque son sólo incertidumbres. Escalar este alto muro es muy distino a lo que pensaba pero avanzar hasta el otro lado hará que se desvanezca. Delante tengo un largo y tortuoso camino por recorrer que fue elegido hace tiempo por mí mismo, no por nadie más. Tuvimos que arder, yo junto con todos mis tenues sueños para rasgar así la oscuridad con la luz de nuestra llama. Pero ante todo sé que al otro lado del muro derrumbado a mi espalda estarán las ruinas y podré ver mi propio cielo.
En realidad, es ley de vida.
Quisiera
¿De qué sirve querer algo si no se hace nada por conseguirlo? Es un deseo suspendido en el aire que va consumiendo poco a poco lo que hay a su alrededor, como una estrella que brilla cada vez con mayor intensidad y puede llegar a quemar.
Quisiera callar a veces de pronto nuestras conversaciones usando mis taimados besos y caricias como coartadas, componiendo con tus suspiros una sinfonía de placeres, escribiendo con mi boca canciones en tu cuello y tu espalda. Quisiera ser para tu erótica música ese baile sensual, acaso pincel que regala sueños de colores a tu lienzo, mientras tus uñas rasgan el frágil velo que protege mi piel y mis dientes señalan en tu mapa la equis de tu tesoro. Quisiera ser ese lunar que me tienta caprichoso y travieso para así permanecer más cerca de tus labios y tu sonrisa, y hacer que mis dedos se enredaran entre tu pelo revoltoso como riendas en las manos del jinete que cabalga aprisa. Quisiera verte cimbrear las formas que bajo tu ropa siento igual que la caña de azúcar que bajo la fiera tempestad se mece, se dobla y después del impetuoso azote del viento se revela tan dulce para reclamar de nuevo su lugar. Quisiera ser para ti esa lluvia de tibias gotas saladas que se atreve a caer perlando todo tu cuerpo de sudor y consigue inundar tus pensamientos con húmedas promesas en una tormenta apasionada de placeres sin pudor. Quisiera naufragar en tu océano de impetuosas corrientes para aferrarme a tu pecho como aquel marinero perdido que crea una balsa con los restos del que fuera su navío para finalmente en los bajíos de tu cuerpo quedar varado. Quisiera permanecer en la frondosa isla de tus encantos y convertirme por un sortilegio en un pequeño colibrí para libar el acaramelado néctar, siempre volando, de esa flor tropical tan celosamente guardada en tu jardín. Quisiera conseguir dejar de soñar con todas estas cosas pero me es imposible porque toda tú eres una fantasía, figura retórica e inspiración de mis versos y mi prosa, la viva imagen de mis anhelos, todo lo que mi cuerpo ansía.
Sin embargo, ¿de qué sirve querer escapar si no se puede hacer nada por evitarlo?