Añoralgias

Copiando a los grandes maestros, les robo el título de este post. «Añoralgias» es una combinación de añoranza y nostalgia, pero yo le he dado una vuelta más proponiendo la mezcla de añoranza y algia [dolor en el argot médico]. Es aplicable a esos momentos que recordamos situaciones, personas o cosas del pasado y que nos provocan un dolor, no tanto físico como en el alma.

trompoAyer me pasó algo parecido, cuando recordé mi infancia y aquellos años de inocencia, cuando dibujábamos en la plaza con tiza para jugar al trompo, mi abuelo enseñándome a lanzarlo y a recogerlo en la mano, o aquellas veces que usábamos aquel agujero como gongo para los boliches. También me acordé de las partidas al frontón en la pared del túnel, o cuando jugábamos al fútbol en la calle de arriba y usábamos la puerta del garaje como portería.

Las veces que fuimos al terreno de abajo con una lata de aceite vacía, que luego colocábamos pegada a las piedras con un trozo de tomate dentro para cazar algún lagarto. Cuando cogíamos un globo y el cuello de una botella de plástico azul para hacer unos gori-gori [tirachinas improvisados] para lanzarnos los conguitos del árbol. O el palo de la escoba rota que me dio mi abuelo para hacer un tirachinas con unas trabas y unos elásticos.

mazinger zY luego pensé en los chiquillos de ahora, que no salen de sus casas porque están con el ordenador, con la consola o simplemente viendo la tele. Yo a su edad jugaba a las cartas con los colegas en la plaza a grito de vido y siete, y ellos ya están quedando unos con otros para follar mantener relaciones sexuales. A la edad que ellos empiezan a ver películas porno yo estaba enganchado a los Caballeros del Zodiaco. Y no soy tan viejo, sólo soy de la quinta del 84.

A lo mejor antes no éramos tan espabilados como los de ahora, pero por lo menos teníamos una infancia DE VERDAD.

La estúpida necesidad de la conversación superflua

silenceA veces tengo temas de escritura que me surgen de pronto y tengo que apuntarlos para que no se pierdan en el torrente de pensamientos que tengo en la cabeza. Luego pasan horas, días y hasta semanas en los que cada vez que abro la sección de escritura del WP los veo expectantes y siento que me observan. Sé que quieren que los rellene de palabras, pero es que tengo que encontrar el momento y la situación adecuados para ello, y ahora es uno de esos momentos.

Hay mucha gente que se siente incómoda en el silencio, dos personas sin dirigirse la palabra es una situación violenta para algun@s. Por ejemplo, estás en el ascensor con alguien, independientemente de que lo conozcas o no, y siempre alguien tiene que sacar un tema de conversación tipo «qué calor que hace hoy» o «pues sí que tarda». ¿Es que no son capaces de permanecer un minuto en silencio, que es lo que tarda el ascensor desde el piso 0 al 4?

O estás sentado en un banco en el parque, observando el césped o mirando las formas de las nubes en el cielo, y de nuevo ocurre la interrupción, porque a esa persona no le gusta el silencio o bien cree que debe romperlo. No, señores, cuando hay silencio se debe respetar. Parafraseando un poco, hay silencios muy elocuentes, y nunca debes decir nada que no sea más bello que el propio silencio.

Siempre está ahí esa estúpida necesidad de comenzar una conversación superflua, sólo para sentirnos bien o porque creemos que así se sentirá mejor la otra persona. Es verdad que a veces peco de ahorrador en cuestión verbal, pero es porque no creo que sea necesaria una sucesión de oraciones que no hacen más que interrumpir el silencio, un momento de paz y meditación.

¿En qué piensas? Pues pensaba en [V], en que me gustaría rasgar su ropa y hacerle el amor salvajemente, como un animal en época de celo, o suave como la brisa de verano a la orilla del mar. ¿Qué? Eres un… Bueno, es que creía que querías saber en qué estaba pensando. ¿Ves como a veces no es bueno interrumpir el silencio?

Enemigos naturales por causas artificiales

enemy¿Cuántas veces discutimos con alguien y no volvemos a hablar con esa persona durante mucho tiempo? A menudo ocurre que las causas de la discusión se desvirtúan y ya no recuerdo por qué existe una enemistad, pero como el hombre es un animal con alta capacidad de adaptabilidad pues nos acostumbramos a este mutismo declarado. Otras veces simplemente existe el temor de volver a reavivar la situación y es por eso que preferimos dejarlo como está, cada uno en su trinchera particular. El rencor es el último elemento para añadir a la ecuación, gracias al cual la reconciliación será inviable por una o ambas partes. La verdad es que todo esto es un rollo…

Sinceridad brutal

sincerityLo reconozco, ese es mi problema, pero no quiero solucionarlo. A estas alturas de la película me pregunto si es un problema real, con las complicaciones derivadas de éste, o más bien es un don, una capacidad a explotar. Bien es cierto que no todos estamos preparados para conocer los sentimientos de los demás, aunque seamos tan hipócritas como para exigirles a los demás que nos cuenten cómo están o qué sienten.

La verdad nos abruma, preferimos vivir en un mar incierto de elucubraciones sobre qué piensa él o qué siente ella. Nos gusta padecer un placer masoquista generado por la duda, y también disfrutamos ocultando nuestros sentimientos a los demás, como una especie de venganza. Es una cadena de rencor, un círculo vicioso en el que no te ofrezco más que lo que tú me das, y de ahí no saldremos a no ser que uno de los dos cambie. El problema es que somos tan orgullosos que eso nunca ocurrirá.

Ropa de cama

Desvaríos y tonterías en un ataque de incontinencia verbal. La culpa de todo la tuvo aquella noche indeterminada de bares y efectos etílicos.


Deberías cambiar las sábanas periódicamente, y a poder ser cada semana. ¿Por qué? Principalmente porque si llevas hasta tu cama compañía de vez en cuando se darán cuenta que esos dibujitos de Winnie the Pooh [o Mickey Mouse y sus amigos o florecillas azules o cualquier otro estampado] son sospechosamente parecidos a los que hace una semana les resultaban extrañamente similares a los de la semana pasada, que casualmente son iguales a los de aquel día de la semana anterior [vamos, un bucle que se remonta hasta hace dos meses o así]. A esas alturas ya debe de estar pensando cosas no muy agradables sobre tu conducta higiénica, pero da igual, la erección que comienza a sufrir le está secuestrando parte del riego sanguíneo y la zona del cerebro encargada de ese pensamiento decide dejar de funcionar para intentar sobrevivir con el oxígeno que le ofrece la poca sangre que le llega.

Lo que ya me parece absolutamente surrealista es que se reúnan un grupo de personas en un bar con cervezas en las manos y brindando por que uno de ellos quiera [censurado] contigo pero con la novedad de unas sábanas nuevas. ¿Te das cuenta? Sanidad podría precintar tu cama como lugar biopeligroso, zona de riesgo de contaminación por quién sabe qué clase de microorganismos [o macroorganismos].

¿Te acuerdas de la película Estallido, aquella en la que había una amenaza por el virus del ébola [la imagen de arriba]? Pues imagínate a una unidad de esterilización de ese tipo irrumpiendo en tu casa, fumigando con la esperanza de desinfectar TODO, y cuando digo «todo» también me refiero a tus orificios corporales. Y da gracias por que no hayan optado por la limpieza con fuego, es más efectiva pero tiene el inconvenente de tener que dar muchas explicaciones a la comunidad de vecinos.

Desde luego, hay que ver la que se monta por una mala costumbre, y es que parece una tontería sin más pero es que no te puedes ni imaginar la cantidad de «bichitos» que tenemos en nuestra piel o nuestro vello corporal y dejamos abandonados en los tejidos. Si a eso le añadimos todos los que viven en los colchones y que pasan a las sábanas, todo esto aderezado con un poco de sudor y demás fluidos corporales pues ya te puedes imaginar el botellón que se montan los cabrones. Luego vienen las enfermedades de la piel, de los ojos, oídos u otras zonas húmedas del cuerpo. Si es que son unos pequeños hijos de puta…