No es la primera vez que hablo de la producción musical proveniente de Sudáfrica, como Pastor Mbhobho o el grupo SHANA. Hoy voy a hablar precisamente de uno de los integrantes de este último, el DJ, productor y teclista sudafricano Nkosinathi Maphumulo, más conocido por su nombre artístico Black Coffee, que en esta canción cuenta con la colaboración de Bucie, nombre artístico de la vocalista sudafricana Bucie Nqwiliso,
Siguiendo su estilo particular de deep house en el que combina elementos electrónicos con ritmos e instrumentos africanos, sobre todo en la percusión. La voz suave de la cantante combinada con la letra hacen el resto para convertir esta pieza en una canción muy elegante.
También quería aclarar que la versión original es bastante más larga que esta edición especial para el vídeo musical, incluso tiene más partes vocales y más letra. Como se puede ver en el vídeo, tiene una estética de cómic precisamente porque su título hace referencia a un personaje conocido por todos.
You know
I’ve been hurt so many times
It got to a point
When I decided
I can’t do this any more
I need someone to hold me
I need someone that needs me
I need someone that loves me
Can you be my superman?
Will you be my superman?
Superman
You know,
we don’t have to be dramatic
Just romantic
Do all the little things
That excites me
As your woman
Give me a kiss goodnight
Over the phone
When you’re working late
When you’re out of town
Tell me how much you need it
Cos we deserve it
We can be together
Hoy escuché esta canción de Mario Biondi, interpretada junto al magnífico High Five Quintet, mientras iba en el coche; es una canción que siempre me ha gustado. Aparece en su disco Handful of Soul publicado en el 2006, altamente recomendado.
Ayer fue la clausura del XIX Festival Internacional Canarias Jazz & más Heineken con la esperada actuación del bajista Marcus Miller. Hay que aclarar que la sala sinfónica del Auditorio de Tenerife estaba prácticamente llena, creo que nunca la había visto así. Estuve hablando un buen rato con una pareja que conocí el miércoles en el Puerto de la Cruz durante el descanso antes de la actuación de Angélique Kidjo y me pudieron informar acerca del concierto del viernes del que no pude disfrutar porque me había surgido finalmente otro plan.
Sobre Christian Scott Quintet tuvieron palabras de elogio y comentaron como anécdota que en un par de ocasiones el trompetista había tenido «sopladas» en vacío. Lo que les pareció un tanto extraño fue que el artista en toda su actuación sólo habló al final para despedirse y ni tan siquiera en el bis, lo cual me recordó a la misma actitud que tuvo Miguel Zenón. En cuanto a Gerald Toto, tal y como yo esperaba, no tenía nada que ver con el estilo jazz sino que era otro concierto auspiciado por la Casa África. Por lo visto no se quedaron muy contentos con él, al contrario que sucediera con la actuación del miércoles.
La actuación estuvo plagada de explosiones de aplausos ante los solos de los músicos. Marcus Miller iba cambiando de bajo eléctrico, uno de ellos «fretless», y regalaba «slaps» y «pops» por doquier, todo combinado con algunos pedales de sintetizadores. En un momento de la actuación cogió un instrumento que me tenía intrigado desde el comienzo, era una especie de saxofón pero mucho más largo. Sean Jones usaba la trompeta con y sin sordina a discreción, con interpretaciones muy floridas junto a Alex Han, de tan sólo 22 años, al saxo. Estos dos músicos hicieron las delicias del público mientras Louis Cato dirigía la batería y Federico Peña estaba a cargo de los teclados.
Definitivamente me alegro de haber asistido a este concierto, tanto por la actuación en sí como por todo lo sucedido durante el prólogo y el epílogo.
Hace ya varios años que sigo a The Five Corners Quintet pero hoy he recordado esta canción, una versión de este clásico en la voz del crooner Mark Murphy. El autor original de la canción es Steve Allen, conocido por la mayoría como un comediante por su trabajo en los programas «The Tonight Show» y «The Steve Allen Show». Pero también fue un compositor y letrista tremendamente prolífico y apasionado que ha escrito miles de canciones, desde el dixieland al jazz o el blues. En su libro «Steve Allen’s Songs: 100 lyrics with commentary» ha seleccionado y comentado cien de sus canciones favoritas entre las que se encuentra «This Could Be the Start of Something»:
It is a good question whether I can properly take credit for this number at all, given that it ocurred to me in a dream. I had been assigned, by producer Joe Cates, to write the score for a musical, The Bachelor, which was presented on NBC-TV in 1956. Obviously, once the creative portions of my brain had accepted the assignment, they got to work and continued to function whether I was awake or asleep.
The first seven or eight lines of the lyric were part of the dream as was the main melody line. Thank goodness I was able to recall that much when I awakened, at which point I made a few handwritten notes. The bridge or alternative melody was created a day or so later. Over one hundred artists, in various parts of the wold, have recorded the song during the last four decades.
De este mismo libro he extraído la letra original de la canción, que no es exactamente igual a la que canta Mark Murphy.
You’re walking along the street,
Or you’re at a party,
Or else you’re alone an
Then you suddenly dig;
You’re looking in someone’s eyes,
You suddenly realize
That this could be the start of something big!
You’re lunching at «Twenty one»
And watching your diet,
Declining a Charlotte Russe,
Accepting a fig;
When out of a clear blue sky,
It’s suddenly gal and guy,
And this could be the start of something big!
Theres’s no controlling
The unrolling
Of your fate, my friend,
Who knows what’s written in the magic book?
But when a lover
you discover
at the gate, my friend,
Invite her in whithout a second look!
You’re up in an aeroplane,
Or dining at Sardi’s
Or lying at Malibu,
Alone on the sand;
You suddenly hear a bell
And right away you can tell
That this could be the start of something grand.
You’re doin’ your income tax
Or buyin’ a toothbrush,
Or hurryin’ home because
The hour is late;
Then suddenly there you go,
The very next thing you know,
Is this could be the start of something great!
You’re havin’ a snowball fight
Or pickin’ up daisies.
You’re singin’ a happy tune,
Or knockin’ on wood;
When all of a sudden you
Look up and there’s someone new,
Oh, this could be the start of something good!
Your destined lover
You’ll discover in a fright’ning flash,
So keep your heart awake
Both night and day,
Because the meeting
may be fleeting as a lightning flash
and you don’t want to let it slip away!
You’re watching the sun come up,
Or counting your money
Or else in a dim cafe,
You’re ordering wine;
Then suddenly there she is,
You want to be where she is,
And this must be a part of something,
This could be the heart of something,
This could be the start of something fine!
Ayer asistí de nuevo al escenario ubicado en la Plaza de Europa del Puerto de la Cruz donde tienen lugar algunos conciertos del XIX Festival Internacional Canarias Jazz & más Heineken. Anoche comenzó el espectáculo J.A.M. Trio, la agrupación formada por el grancanario José Alberto Medina al piano y los argentinos Paco Weht al contrabajo y Mariano Seimberg a la batería. Su interpretación está muy marcada por estilos como el swing, el afrobeat o el drum&bass, por lo que se encuentran mejor ubicados en el «nu jazz» más que en el más clásico.
El piano sonó de manera fantástica y destacó por la elegancia melódica de sus interpretaciones en solitario, con gran expresividad del músico y complicidad con sus compañeros. El bajo marcó las notas de manera perfecta, como un reloj, y en los solos consiguió arrancar profusos aplausos por parte del público. La batería ejecutó la parte rítmica increíblemente sobre todo en las piezas más cercanas al estilo drum&bass, con cambios ajustados y sincopados que, personalmente, me encantaron. Este trío interpretó piezas variadas presentes en los tres discos editados e incluso regaló una pieza inédita presente en su cuarto disco que en camino.
A continuación hizo acto de presencia Jacques Schwarz-Bart Quartet, cuarteto que toma su nombre de su saxofonista nacido en la caribeña isla de Guadalupe, en Las Antillas. El resto del grupo lo forman Baptiste Trotignon al piano, Reggie Washington al bajo y Leon Parker a la batería. Tanto el pianista como el bajista poseen discos propios en su haber, lo que confiere a este cuarteto un alto nivel profesional. Los temas que interpretaron estaban marcados por los orígenes isleños de Jacques Schwarz-Bart pero combinados con el estilo bebop del jazz entre otras influencias como el afrobeat.
Todos los músicos ejecutaron las piezas de manera fantástica y brillaron especialmente en los solos que cada uno de ellos pudo interpretar, que a título personal fueron mucho más digeribles que los que tuvo Miguel Zenón Quartet, por ejemplo. El bajista alternó entre el contrabajo y el bajo eléctrico en los distintos temas, pero su virtuosismo con ambos instrumentos no dejaba lugar a dudas. Tanto el saxofonista como el batería lucieron gafas de sol oscuras, una excentricidad innecesaria pero totalmente perdonable. En el momento del bis, los músicos hicieron levantar de sus asientos a los presentes y pidieron la participación del público con palmas y coros.
Siempre tengo alguna nota negativa preparada y no iba a ser menos. La mayor parte de los asistentes comentamos lo maltrecha que teníamos nuestra espalda por culpa de los instrumentos de tortura que habían colocado como asientos. Durante la actuación del segundo grupo, afortunadamente en los últimos temas, hicieron aparición unos personajes extraños que gritaban y danzaban como si se hallasne en un estado de secuestro químico, léase alcohol o cualquier estupefaciente.
Anoche tuvo lugar en la Plaza de Europa del municipio tinerfeño del Puerto de la Cruz otra cita con el XIX Festival Internacional Canarias Jazz & más Heineken. Abrió el espectáculo Yul Ballesteros Quartet dirigido por este guitarrista oriundo de la vecina isla de Gran Canaria. Estaba acompañado por el gran saxofonista Kike Perdomo que hizo las veces de acompañante y magnífico solista. Una nota curiosa es que tanto el batería como el contrabajista eran caras conocidas, se trataba de Ari Hoenig y Orlando Le Fleming respectivamente, artistas que hicieron gala de su capacidad interpretativa el día anterior en el Auditorio de Tenerife.
En esta ocasión el protagonismo recaía principalmente en el guitarrista Yul Ballesteros que, dentro del género del smooth jazz, deleitó a los presentes con una gran armonía a la guitarra tanto en los acompañamientos como en los solos. Lejos de interpretaciones abruptas, todos los músicos hicieron gala de una suavidad y una elegancia excelentes. Sin embargo, el público no quiso insistir demasiado en reclamar un bis, una nota negativa a la impecable actuación.
Después hubo un descanso de unos quince minutos en los que yo aproveché para tomarme una caña bien fresca mientras los miembros del staff retiraban los instrumentos para dejar espacio a la siguiente actuación a cargo de Angélique Kidjo, que venía auspiciada por la Casa África. He de confesar que no conocía a esta artista así que cuando comenzó a cantar enseguida supe que lo que estaba por venir no se podía clasificar dentro del jazz. Cuando empezaron a brotar ritmos que invitaban a estar de pie y bailar comprendí que estando sentado en mi silla no iba a disfrutar lo mismo, pero incluso así continué en mi lugar. Pude observar cómo algunas personas del público que estaban de pie se animaban a bailar y fue entonces cuando irrumpieron en la parte delantera del aforo. La artista hizo gala de una gran capacidad vocal así de unas grandes dotes para el baile, lo cual no hacía sino animar aún más a los asistentes.
Todo el público que hasta ese momento se hallaba retenido en sus asientos se puso entonces de pie, Angélique se bajó del escenario y se paseó por toda la plaza mientras cantaba e invitaba a quien encontraba a su paso a cantar con ella. A partir de ahí el espectáculo se volvió en un completo festival de bailes y algarabía hasta el punto de invitar al público a que subiese para bailar y cantar con ella. Obviamente yo no iba a ser menos y me lancé de cabeza a disfrutar en medio de la multitud de un espectáculo atípico en el que al lado de la cantante y el resto de sus músicos bailamos y coreamos sus canciones.
Como curiosidad, ayer era el cumpleaños de la cantante así que todos los allí presentes le cantamos el «happy birthday». Luego el percusionista trajo consigo uno de sus tambores para que quien quisiera bailara a su ritmo. Cuando terminó la actuación nos invitaron a abandonar el escenario pero ahí no podía terminar, así que de nuevo salieron los artistas para hacer el bis y volver a poner a saltar, bailar y gritar a toda la Plaza de Europa.