Conversaciones con Demian

–Muchacho –dijo con vehemencia–, también usted celebra misterios. Sé que tiene usted sueños de los que nada me dice. No los quiero conocer. Pero le digo una cosa: ¡vívalos todos, viva esos sueños, eríjales altares! No es lo perfecto, pero es un camino. Ya se verá si nosotros, usted y yo y algunos más, somos capaces de renovar el mundo. Pero debemos renovarlo en nosotros mismos, día a día; si no, nada valemos. ¡Piense en ello! Usted tiene dieciocho años, Sinclair, y no corre detrás de las prostitutas; usted debe tener sueños de amor, deseos de amor. Quizá son de tal especie que le asustan. ¡No los tema! ¡Son lo mejor que posee! Créame. Yo he perdido mucho por haber amordazado mis sueños cuando tenía su edad. Eso no debe hacerse. Cuando se conoce a Abraxas, ya no se debe hacer. No hay que temer rada ni creer ilícito nada de lo que nos pide el alma.

Asustado, objeté:

–¡Pero no se puede hacer todo lo que a uno le apetece! ¡No se puede matar a un hombre porque a uno le resulta desagradable!

Se acercó más a mí:

–En determinadas circunstancias se puede hasta eso. Pero la mayoría de las veces se trata de un error. Yo no digo que usted haga todo lo que le pase por su mente. No. Pero tampoco debe usted envenenar las ideas, reprimiéndolas y moralizando en torno a ellas, porque tienen su sentido. En vez de clavarse a sí mismo o a otro en una cruz, se puede beber vino de una copa con pensamientos elevados, pensando en el misterio del sacrificio. Se puede también, sin estas ceremonias, tratar los propios instintos, las llamadas tentaciones de la carne, con amor y respeto; entonces nos descubren su sentido porque todas tienen sentido. Cuando se le vuelva a ocurrir algo muy aberrante o pecaminoso, Sinclair, cuando desee de pronto matar a alguien o cometer no sé qué monstruosidad inconmensurable, piense un momento que es Abraxas el que está fantaseando en su interior. El hombre a quien quiere matar nunca es fulano o mengano; seguramente es sólo un disfraz. Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos. Lo que no está dentro de nosotros mismos no nos inquieta.

Nunca había dicho Pistorius nada que me llegara tan hondo. No pude contestar nada. Lo que me había impresionado vivamente era la coincidencia de estas palabras con las de Demian, que yo llevaba en mi alma desde hacía años. Los dos no se conocían y los dos me decían lo mismo.

–Las cosas que vemos –dijo Pistorius con voz apagada– son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Sinclair, el camino de la mayoría es fácil, el nuestro difícil. Caminemos.

Hermann Hesse. Demian

Mi paso por Las Palmas

No había escrito al respecto porque tengo muchas cosas que hacer y poco tiempo para aplicarles. Resulta que el último fin de semana de Carnavales, desde el viernes 23 hasta el domingo 25 de febrero, me fui con [E] para Las Palmas. No fue para pasar el sábado de piñata allí, simplemente porque [M] lleva 5 años viviendo allí y esta fue la primera vez que fui a visitarlo.

Los Carnavales de allí son extraños, porque hay mucha gente que va sin disfrazar, lo que choca con mi concepción particular de estas fiestas. Además, en cuanto a cantidad de personas, el de aquí es mucho más multitudinario. Lo que me llamó la atención fue el detalle del plástico azul cubriendo el césped de los jardines para evitar que el populacho general se embarrase.

No sé, el resumen general de nuestro paso por allí se resume en este set de Flickr, pero de todas las fotos me quedo con esta, la única foto [que recuerde] que me hace reír sólo con verla:

mamarrachos

Las dos mamarrachas lascivas y el payaso con la boca desencajada y las gafas… ¡Impagable!

Disfraces

Este año el Estudio de Diseño que dirijo no se ha sentido especialmente creativo por diversas razones pero, al igual que donde no hay no se puede pretender encontrar nada, donde sí hubo siempre quedará algo. Es por eso que en un arranque de inspiración transitoria han surgido dos disfraces reciclados de años anteriores pero remojados con un nuevo aire innovador.

Otro año más, el Estudio de Diseño ]V[orlock se complace en presentar al populacho carnavalero dos disfraces que han sido el centro de miradas de asombro, curiosidad y envidia en cantidad variable:

payasete diabólico tribu eroticofestiva

A la derecha podemos observar la fantasía con el título “Payasete Diabólico“, en la que podemos destacar sobre todo el conjunto el corte de pelo, lo más llamativo y principal motivo del éxito del disfraz, al igual que sucediera en el Carnaval de 2004. A la izquierda se puede observar la fantasía titulada “Tribu Eroticofestiva“, nombre apropiado debido al contenido inguinal someramente cubierto por un tanga, a falta de la esterilla de playa que el año pasado sirvió de falda tradicional.

Otro año más, dando color al Carnaval, le pese a quién le pese.

Las fotos perdidas

El PeinadoArreglando el disco duro de mi padre, el disco duro de mi antiguo ordenador, encontré unas fotos que pensé que ya ni existían. La alegría que me llevé fue inmensa, no lo voy a negar, porque son las fotos de los Carnavales de 2004, cuando impresioné a Santa Cruz con mi peinado. Bueno, una imagen vale más que mil palabras…

El resto de las fotos se puede ver en este set de Flickr.

Fiestas no vernáculas

halloween¿Por qué coño tenemos que ponernos a festejar una fiesta anglosajona que ni nos va ni nos viene? Me parece más allá de lo patético el hecho de que la gente se disfrace esta noche, la noche de los difuntos, la noche de Halloween para los angloparlantes. No exagero si digo que menos del diez por ciento de la gente que esta noche sale por ahí para hacer la fantochada conoce la verdadera tradición del porqué de los disfraces: la gente se disfrazaba para ahuyentar a los espíritus de los muertos, no por divertirse. Luego, como todo, la tradición degeneró en pedir dulces por las puertas y, más aún, acabar etílicos por cualquier lado.

Vamos a ver, ¿acaso no tenemos unos Carnavales que son la envidia mundial? ¿No nos disfrazamos de lo que nos dé la gana durante más de una semana? Entonces, ¿por qué cojones tenemos que disfrazarnos una noche, que no viene a cuento en nuestra tradición?

Me pongo enfermo… Vaya personalidad más lábil que tiene la gente. Ya puestos a copiar, ¿por qué no nos vamos al cementerio y nos ponemos a bailar encima de las tumbas mientras comemos calaveras de azúcar?