Lamborghini

Desde el primer momento en que Ferrucio Lamborghini (1916-1993) conocido constructor de tractores, decidió crear una factoría de súper deportivos, su mayor ambición era desbancar a Ferrari de ese trono inconquistable.

Ferrucio fue un gran emprendedor, consiguió parte de su fortuna con algún que otro trabajo un tanto "sospechoso". Era constructor de tractores con motores robados a los coches militares una vez que terminó la guerra. De esta modesta empresa consiguió suficientes beneficios como para comprar un Ferrari.

La leyenda cuenta que todo parte de su descontento con el Ferrari 250 GT que usaba como vehículo personal. Tras una infructuosa reparación de embrague, Ferrucio decidió acudir a la fábrica de Ferrari personalmente para hablar con Enzo Ferrari. Le comentó su problema con el embrague al creador y fundador de la empresa, el cual le contestó que "sólo era un mero ciudadano de a pie, un constructor de tractores sin ningún conocimiento sobre deportivos pura sangre".

Dañado por la arrogante contestación de Enzo, Ferrucio tomó la decisión de construir un deportivo "que funcionase como debía funcionar". Tres años más tarde Lamborghini consigue su propósito con el Miura, para muchos el coche más sexy de la historia de la automoción. Un chasis hecho para albergar en su interior al V12 más potente y descomunal de la época, tanto como para hacer sombra durante años al gigante del "Cavallino Rampante".


Ferrucio con una maqueta del mítico Miura

Eric Prydz – Call on me

¿Qué tipo de entrenamiento de aerobic es ese? ¿Tiene alguna función muscular específica el hecho de que una tía se apretuñe los pechos? ¿Qué pinta un tío con calentadores en las piernas en una parodia de clase de aerobic rodeado de tías? ¿Por qué el vídeo estaba en su mayor parte censurado en ciertos países? ¿Tal vez sean esos extraños ejercicios pélvicos?

Eric Prydz samplea un single de los ’80 de Steve Winwood, «Valerie», y usa el fragmento «Call On Me, I’m the same boy I used to be» de su letra. Cuando Steve Winwood oyó el remix le gustó tanto que volvió a grabar y masterizar el fragmento para el lanzamiento oficial del single de Prydz.

Sin duda la canción se repite bastante, es el mismo sample con loops y ya está, y lo que menos me gusta es que cuando suena el bombo parece como si los canales se saturasen y hubiese un silencio posterior de décimas de segundo. A lo mejor en realidad la canción es así, no creo que los ingenieros de sonido sean tan batatas como para meter la gamba en eso, aunque de todo hay por ahí suelto.

Samurai Jack

En esta dirección hay información detallada sobre una de las mejores series de animación que he visto. Hace ya tiempo que la veo, pero no había tenido ocasión de nombrarla en el blog. El camino del guerrero…

Ya vamos por tres

Hace tres años ya desde aquel día. Tres años desde que empezamos. Tres años que han pasado muy rápido. Tres años en los que ha sucedido de todo. Tres años con momentos para recordar y con momentos para olvidar. Tres años con Irene.

A veces no entiendo

en la mediaEstá claro que no las mayores mentiras son las generalizaciones, y que sobre gustos no hay nada escrito, pero hay chicas que no las entiendo. Partimos de la situación en la que les gusta un chico, y no entiendo por qué mientras más las ignora y se hace de rogar el sujeto ellas más babean. El grado de interés por ambas partes es inversamente proporcional.

Otra cosa, me veo por las calles a los típicos gorritas con las novias todas monas ellas, bien vestidas, nada de llevar ropa deportiva ni nada de nada. Es el caso de mientras más jacoso y arrastrado más me gusta. Cada vez que veo un caso parecido sigo sin entenderlo.

¿Qué es lo que ocurre? Es posible que la estirpe de los chicos decentes y atentos ya no esté de moda, que seamos una especie en peligro de extinción y nos estén ganando la batalla los chulitos engreídos y los jacosos cocainómanos y porreros. Me niego a aceptar que estos engendros nos hayan ganado la batalla evolutiva.

Otra cosa que viene al cuento es que ya no existe el «Ars Amatoria», el arte del amor. Desde que el Messenger entró en nuestra sociedad se ha convertido en el método más fácil de relacionarse, y no me refiero sólo a amistad. La sutil técnica de la seducción se ha perdido y ahora todo el mundo se decanta por el «¿Cuándo quedamos para un polvo?». Por favor, el romanticismo ha desaparecido de nuestras vidas, incluso se usa el adjetivo romántico con tono despectivo, como si tirases un gargajo a la cara de quien aún piensa que declararse con un poema no está pasado de moda. En estos momentos recuerdo a una compañera de clase de un buen amigo que en una ocasión declaró que le daban ganas de vomitar que un chico le recitase un poema o le viniese con «algún rollo romántico».

En realidad yo no debería mear en contra del viento porque precisamente yo conocí a Irene con internet como intermediario, incluso tuvimos largas conversaciones por el Messenger cuando aún no salía con ella, pero sin embargo yo soy de la vieja escuela. Fue un día que quedamos ella y yo cuando le recité un poema y me declaré. Ella me cuenta que no le parecí un idiota romántico ni nada parecido, y en realidad yo tampoco me considero así. En realidad, ninguna persona romántica se considera fuera de lugar sino que son los demás los que ponen etiquetas.

Es una pena que las cosas vayan tan rápido hoy en día, que se pierdan los valores, a mi juicio, importantes en el proceso de enamorar a alguien, pero qué le vamos a hacer. Hoy en día todo el mundo tiene prisa, hay una obsesión por la velocidad y la rapidez, y pienso que la vida se disfrutaría más tan sólo llendo un poquito más despacio.

Vamos a explorar…

Hoy he visto de directo un caso de falsificación de datos en un examen a una paciente. Cómo la señora decía que no tenía sensibilidad en las piernas o cómo hacía resistencia a la exploración del tono muscular. Estábamos una compañera y yo junto a la doctora mientras nos explicaba los pasos a seguir en la exploración y cómo con el examen demostraba que la paciente exageraba sus síntomas. Tengo la duda de si lo hacía voluntariamente o inconscientemente debido a su estado anímico.