No estabas tú, y cada vez dudo más que vuelvas a estar…
Qué le vamos a hacer
Me niego a despojarme de mis sentimientos, ellos son los que me hacen así y sería como negarme a mí mismo. Si me preocupo por ti, qué le vamos a hacer. Si quiero hablar contigo, qué le vamos a hacer. Si te echo de menos, qué le vamos a hacer. ¿Qué le vamos a hacer? Nada, seguiré siendo así y punto, ni puedo ni quiero omitir racionalmente esa parte de mí. Qué lástima…
¡Viva el sentido práctico de la vida! [y el sentimiento trágico también]
La extraña mente humana [y II]
Otra muestra más de lo retorcida que es la mente humana es que esta noche cené atún con mayonesa en un bocata, y mientras me lo comía me encontré recordando cuando estábamos en Lyon sentados al lado de la catedral almorzando unos bocatas de lo mismo. Por si fuera poco, de postre comí yogur natural con muesli y me acordé de aquel desayuno en Luxemburgo, en el mejor albergue que tuvimos la suerte de visitar.
No sé, pero creo que tendré que vivir con estas cositas que me recuerdan tanto a ti, sólo que no las recuerdo con la tristeza que me embargababa ayer, más bien con el sentimiento melancólico que despiertan las cosas bonitas del pasado.
La extraña mente humana
Cada día que pasa me encuentro a la mente humana más extraña y retorcida. Ayer mismo, después de la paliza anímica que llevaba, si le sumamos que no almorcé ni cené, dio como resultado una serie de pesadillas como jamás había tenido en mi vida. No recuerdo detalles concretos, sólo sé que cerca de las 7 de la mañana me quedé en estado de estupor, en ese estado que no sabes con seguridad si estás dormido o despierto, mirando al techo de mi habitación y viendo lucecitas blancas que aparecían y desaparecían.
Una noche inquieta dio paso a un despertar automático, ya que cuando me di cuenta realmente de que estaba despierto ya me encontraba dentro de la ducha enjabonándome el cuerpo. Salí de mi casa pensando en todo el día anterior, en toda la serie de acontecimientos que se habían sucedido y las repercusiones futuras, hasta que me di cuenta que estaba aparcando el coche en Ifara.
Parecía que todo el mundo sabía qué me pasaba, porque me preguntaban que cómo estaba y al yo decir que había estado mejor todos me daban palabras de ánimo. Mi primera paciente de la mañana me dijo que las personas que me querían me iban a ayudar a salir adelante, y eso que no le dije qué me pasaba realmente. Otro paciente me dijo que todo era solucionable, que no había ninguna situación que durase para siempre y que cualquier pensamiento podía cambiar de un día para otro.
La compi, sólo con ponerme una mano en el hombro me infundió el calor que me hacía falta. Mi amigo y compañero de trabajo me animaba diciéndome de ir a hacer cursos, demostrándome que hay más cosas que hacer en la vida que quedarse estancado lamentándose de que las cosas no salgan como esperamos.
No sé, hoy ha sido un día para recargar las pilas, y aunque no estoy al cien por cien de rendimiento al menos tengo suficiente como para volver a echar a andar poco a poco.
A todos vosotros, gracias.
Aprendiendo a omitir
Tenía un post para ti, pero no merece la pena publicarlo, tengo que aprender a adaptarme a la sociedad, una sociedad que no está preparada para los ataques irrefrenables de sinceridad. Mientras tanto yo iré haciendo la tarea que me han marcado, escribir acerca de lo que me preocupa, que ya con eso tengo de sobra.
Otros
Otros brazos te estrecharán celosamente
Otros labios probarán tu boca
Tu piel conocerá otras caricias
Otro cuerpo te hará conocer placer
Y lo que más me jode es que no seré yo, serán otros los que mancillen el velo que quedó sobre ti y te hacía tan mía. Pensar en esto me destroza los ánimos, pero supongo que tendré que hacer como que lo acepto, aunque sea la mayor mentira que haya interpretado jamás.