Por favor, no permitas que tu corazón me olvide…
De vuelta otra vez
A veces me callo, no porque quiera, sino por los demás. Normalmente no me puedo controlar y digo lo que pienso, pero otras veces me veo censurado. No me gusta, lo siento, siempre me he impuesto un régimen de libertad respecto a mis pensamientos, y el hecho de acallarlos no me sienta bien. Te diría y haría muchas cosas, así como callaría y omitiría otras tantas que guardo porque, ¿de qué me sirve diseccionarme si luego no guardo nada para mí? No, no puede ser, y es que necesito algo que me sane y algo que me dañe para poder seguir adelante y obligarme a generar nuevos pensamientos.
Vivir cómodamente no lleva a ninguna parte salvo al aburrimiento y la monotonía. Es por eso que necesito guardar algo, bueno y malo. Sólo requiero algo a cambio, el saber que sientes algo por mí y que me dé esperanzas, algo a lo que este naúfrago pueda agarrarse en el mar de la vida, mi vida, y me permita seguir nadando hacia delante.
Aquel día
He vuelto a pensar en aquel día, cuando te conté aquello que guardaba celosamente. No sé si debí decírtelo o no, porque la serie de acontecimientos que acaecieron después de mis palabras pueden ser considerados como felices o tristes. Secuestraste a mis sueños de infancia desde aquella vez que te vi, mostrándote como una revelación camino de la playa. Yo, encaramado a mi timidez sólo miraba mientras tú no te fijabas en mí… ¿Quién se iba a fijar en mí? Incluso ahora, ¿quién lo hace? Años después apareciste tan cerca que te sentía incluso más lejos que aquella primera vez… Hasta aquel día.
Volví a pensar en él, me situé y la obra de teatro se reanudó en mi memoria. Días después te olvidarías de mí, bajo la excusa etílica, y harías lo que, desde entonces y hasta en estos instantes, consideras un error, el error que propiciaría mi caída desde el pedestal que había preparado para los dos. Desengáñate, jamás sentirás el fuego que ardía en mí bajo la piel de nadie. Fuiste un regalo caído desde algún lugar antes inalcanzable para mí, y estuviste entre mis manos lo suficiente para acariciarte y escapar entre mis dedos para perderte en la bruma.
Por siempre y ahora… Pienso en aquel día.
No estás…
No sé, pero ahora mismo no estás donde estabas antes. Ahora mismo estoy como suelto de un lastre. Ahora mismo no te atas a mí. No estás a mi lado… Pero tampoco estás conmigo…
Desdicha
Vaya desdicha la mía… Estoy triste, todo por ti. Siempre puedes decir que si estoy así es por mi culpa, pero me parece una manera un tanto cobarde de afrontar las cosas, ya que siempre es fácil echar la culpa a otro y seguir adelante sin poner atención. ¿Pido demasiado? Creo que no, tal vez compenso lo que no pido en otros aspectos con este, de ahí que parezca más de lo que es. No tengo la culpa de ser así, igual que tú tampoco la tienes de ser como eres…
Uno por el otro y la casa sin barrer…
Some kind of dream
Lo pienso pero no lo digo, pues siempre será mejor que decirlo sin pensar. ¿Qué más da? A veces creo que me importa, otras me engaño y me da igual. Después de todo, pocas cosas cambian, y mucho menos las personas. ¿Quise cambiar algo? Ya da igual, tanto si lo es como si no, nada importa. Lo que queda es lo que es y lo que se recuerda es lo que fue. Mejor no vivir en el pretérito del ahora, aunque no sé qué es mejor ante la perspectiva del condicional, tiempo al fin y al cabo, lo que todos ansiamos y a todos se nos escapa.
Vale, pongamos que es el sueño, por ejemplo… Ya tenemos excusa, una especie de eufemismo para encubrir lo que no es «correcto» pero, ¿a los ojos de quién? Bah, el pesimismo flota riéndose a mi alrededor, y no quiero que derrumbe el muro de mi optimismo, lleno de grietas pero que se mantiene aún, esperando el toque de gracia… Mejor no aprender, pues la ignorancia es un don que se ve acosado por el ímpetu de la curiosidad. Llegados a este punto, ¿qué hacer? Ni lo supe, ni lo sé, ni lo sabré… Tú tienes la última palabra.