No confundas apetencia con adicción, que algo te guste mucho no significa que sea una necesidad.
Ese incómodo momento en el que te das cuenta que no hay nada que reprochar porque desde el principio todo estaba compartido, salvo que sólo uno de los dos lo sabía.
El problema de las personas que son normalmente simpáticas es que cuando les tocas la moral lo suficiente y dejan de serlo, el contraste en su carácter es tan grande que provocan cierto temor.