Qué le voy a hacer si mi mente se pone a imaginar que disfruto de las flores que crecen en tu jardín, que contemplamos cómo el sol se oculta tras el mar, y mientras maldigo la distancia que me aleja de ti. Qué le voy a hacer si me veo obligado a inventar, que esculpo tu figura en frío y blanco marfil deseando que la piedra en carne se pueda tornar para, de esa manera, tu calor poder sentir. Qué le voy a hacer si tan sólo me queda soñar que mis temblorosas manos rodean tu cuerpo al fin mientras mis labios impacientes pueden acariciar todo aquello que me podría hacer realmente feliz.