En las zonas de campo («llano» se llama en Venezuela), durante la época de lluvia, que coincide con el invierno y que dura seis meses, se aprovecha que el ganado se puede confinar a una zona relativamente pequeña y que hay suficiente comida, y se ordeñan las vacas. La inmensa mayoría del ganado criollo tiene mezcla con indo (cebú), cosa que hace del ordeño una labor, cuando menos, delicada.
Las vacas se encierran y se separan de sus becerros la noche anterior. De madrugada se van liberando una a una las hembras y sus crías, y para ello se nombran: el ordeñador, con su soga y su «manea» (cuerda que se usa para atar las patas traseras de la vaca) va cantando una «tonada» que menciona el nombre de la vaca a la que le toca turno. La vaca y el becerro se llaman igual, y cuando oyen su nombre saben que serán liberados y se ponen a las puertas. El «becerrero» tiene el trabajo de liberar solo esos animales: la hembra se ata, se manea y se le pone el becerro para que libere la oxitocina necesaria para que «baje la leche» («apoyar«, se llama eso).
Siempre cantando, el ordeñador hace su trabajo rápido, y la canción sirve para hablar de las novedades, del paisaje, de sus dolores propios… Sólo se puede ser veraz a través de la poesía, por eso las tonadas las puede entender cualquiera, aunque no sepa nada del campo. Simón Díaz era becerrero cuando niño y recopiló muchísimas, además de las que él mismo compuso.
Esta canción es un canto de ordeño y la vaca se llama «Luna Llena«. Un tema original de Simón Díaz, versionado por este gran cantante brasileño.
Spoiler
Yo vide una garza mora
Dándole combate a un río
Así es como se enamora
Tu corazón con el mío
Luna llena, luna llena
Menguante
Anda muchacho a la casa
Y me traes la carabina
Pa’ mata’ a ese gavilán
Que no me deja gallina
La luna me está mirando
Yo no sé lo que me ve
Yo tengo la ropa limpia
Ayer tarde la lavé
Luna llena, luna llena
Menguante