La diferencia entre los idiotas y los valientes es que los primeros se arriesgan a perder lo que quieren sin temor alguno.
[…] Por eso soy adicto al amor platónico y al placer de la nostalgia cuando estoy solito […]
Hay una delgada línea que separa la ambición de la avaricia, la necesidad y el ansia.
Sólo los idiotas descansan cuando tienen el amor a su lado sin luchar para conservarlo
Sólo los idiotas descansan cuando tienen un amor sin luchar por conservarlo
Vivir en una lucha constante no es vivir. Para conservar algo no [siempre] hace falta luchar, a veces hace más el saber qué es lo que tienes, valorarlo y cuidarlo.
Trataba de decir que hay que evitar dejarse »dormir en los laureles» pensando que todo está hecho. Una lucha no a brazo partido, sino a no dejarse ganar por la pereza y la comodidad.