Vivimos en una época de relaciones ciber-mantenidas [vaya palabra me acabo de inventar] en la que el principal medio de contacto es el MSN u otros clientes de mensajería instantánea. Si antes se llamaba por teléfono o se quedaba en algún lugar para verse y charlar, hoy en día simplemente te conectas a tu cuenta y puedes ver a la otra persona a través de su webcam y decirle muchas cosas a con el teclado de tu ordenador.
Ya he hablado muchas veces de las limitaciones de la conversación vía internet en relación con la información no verbal, pilar fundamental de la comunicación hablada y que parece que no se le da la suficiente importancia en vista de que la mayoría prefiere el uso del lenguaje escrito. Por poner un ejemplo, el decir «te quiero» puede tener miles de interpretaciones cuando se escribe, pero cuando se dice, nuestro tono de voz o nuestros gestos sólo pueden dar una interpretación posible.
Pues bien, el tema de esta disertación que toca hoy no es ya el hecho de las cosas que se dicen o no, es más bien en relación a cómo se zanjan las relaciones actualmente. Resulta curioso que a menudo las personas se refugian detrás de sus pantallas y sus teclados para decir lo que no se atreven a decir en persona pero, si antes podías decir «no quiero volver a verte«, hoy en día no es tan fácil ser tan tajante. Hoy en día es más fácil no admitir a un contacto, no permitir que esa persona pueda hablar contigo, que decirle directamente que no se desea continuar con la relación.
Al fin y al cabo estamos en una época de comodidad y, por extensión, cobardía. Siempre se intenta hacer lo más cómodo para cada uno, pero esto no significa que sea lo más correcto, más bien resulta bastante cobarde el no luchar por hacer las cosas como realmente se deben hacer. A menudo no sé qué se deriva de qué, si la cobardía de la comodidad o viceversa…