¿Por qué se ve tan extraño una mujer conduciendo y un hombre de acompañante? Es una bobería en realidad, porque lo mismo da que quien conduzca sea de sexo masculino o femenino, pero se sigue viendo medio raro. Yo, por poner un ejemplo, prefiero conducir en la mayoría de los casos, pero también ha habido muchas ocasiones en las que no me apetecía ir al volante e [I] me llevaba en su coche. Era un Seat Arosa de color pistacho, pero ni siquiera eso me hacía sentir extraño, más bien iba bastante nervioso por las dotes de piloto amateur de rally de la conductora anteriormente citada, nada más.
Con [R] tampoco me he sentido fuera de lugar en ninguna de las muchas veces que ella me ha llevado en su coche. Sólo recuerdo una ocasión en la que me haya sentido extremadamente contento de ser el acompañante: cuando [I], mi compañera de trabajo, me llevó en su Peugeot 206 cc. La sensación que tenía era de ser la envidia de todos los que se ponían a mirarnos, pero es que no todos los días se puede estar en compañía de una rubia de un metro ochenta y tan guapa, todo sea dicho de paso.
La moraleja de este cuento es que no hay que provocar discusiones tontas con una chica sólo porque ella quiera llevar el coche. También para las chicas que son unas aprovechadas, que por alguna vez que tengan que conducir no les va a pasar nada. Lo mejor es que nadie haga de chófer de nadie, al menos gratuitamente.