La alcaldesa de la muy ilustre ciudad de los Adelantados, San Cristóbal de La Laguna, doña «Anita» Oramas, y el resto de su equipo son todos unos hijos de la gran puta. Uy, perdonen, quiero decir que son descendientes directos en primer grado de unas cortesanas de dudosa moral.
Hoy he pasado por la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, justo por la calle de La Carrera, y me he encontrado con que los susodichos individuos anteriormente citados se les ha ocurrido la genial idea que quitar los adoquines de la plaza que rodea a la iglesia, piedras que llevan ahí más años que los que que tienen ellos. Pero pedazo de cabrones, ¿es que no tienen suficiente con poner una mierda en enlosado en la calle Viana o Herradores o La Carrera? ¿Ahora también tienen que quitar los últimos adoquines reales que quedan en toda La Laguna? ¿En casa de qué concejal van a acabar esas piedras que merecen más respeto que todos ustedes juntos, hijos de la gran puta?
Dios, es que esta noche me voy a acostar de mala leche por culpa de los despojos humanos que se encargan de manejar el cotarro en el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna. ¿Dónde está mi ciudad? Estos cabrones se han encargado de desfigurarla, de usarla como una vulgar ramera, sólo para satisfacer sus intereses de mierda. Ojalá hubiese un Infierno donde pudiesen arder por toda la eternidad mientras les meten maletines de billetes por el ojete.
P.D. – Parece ser que en el periódico El Día se han dado cuenta del robo de los adoquines y le han dedicado la última página del 11 de enero de 2007.