Las mujeres quieren a un hombre romántico, pero ni ellas mismas saben lo que eso significa ni las consecuencias del que sufre el no ser correspondido. A menudo ven las muestras de romanticismo, como puede ser la poesía, una cursilada, una tontería fuera de lugar y época que les avergüenza. Creen que una cena en un restaurante bonito o regalar una flor son acciones románticas pero, quizás por mi manera de ser, eso lo veo como algo normal y nada fuera de lo común. Son situaciones agradables pero no puramente románticas.
Para mí una muestra de romanticismo no es tan material sino que debería ser más etérea, más puramente sentimental. El considerar a la otra persona como parte de uno mismo, llegar a necesitarla de tal manera que sólo se puede vivir con ella a tu lado, el hacer siempre lo mejor para ella antes que para mí… Eso es romanticismo, creer que aún hoy en nuestros días el amor es lo realmente importante.
Luego vienen los desengaños, cuando alguien romántico cree estar con alguien igual y al final resulta que no es más que otro maniquí del montón, un ser animado que se mueve y actúa como una persona pero que no lo es, que te dice que te ama pero realmente no es así porque en su interior se ha trazado un plan en el que tú estás ahí pero eres una pieza prescindible en la partida.
Los románticos tenemos los días contados, porque aunque se nos reclame para sanar los corazones que otros cabrones han jodido, somos como las tiritas, que una vez la herida sana se tiran a la basura. Las mujeres no quieren hombres buenos, quieren cabrones superficiales, aún sabiendo que las van a joder, pero es así de triste.
El amor es lo que nos hace humanos, los sentimientos son los que nos dan nuestra condición de personas, no lo material, que es algo banal. Pero claro, para llegar a esa conclusión hay que ser romántico, y lamentablemente quedamos pocos. Yo aún sigo creyendo en el amor, en mis valores, y de ahí no me van a mover.