[…] «No, no. Esta discusión no tiene arreglo. Mira más lejos, Rodvard; piensa en lo que sería el mundo sin ella. Quizá en alguna parte haya otra mujer capaz de reaccionar más a una profunda fidelidad interior que a simples actos aislados y que no te echaría de su lado con palabras acerbas cuando…» Se acordó de Maritzl de Stojenrosek y, siguiendo aquel recuerdo, consiguió llegar a su grandioso destino. No, era mero egoísmo anteponer a todo sus propios pensamientos y sus propios problemas; lo que había deseado ofrecerle a ella era un mundo en paz. […]
La Estrella Azul – Fletcher Pratt