Copiando a los grandes maestros, les robo el título de este post. «Añoralgias» es una combinación de añoranza y nostalgia, pero yo le he dado una vuelta más proponiendo la mezcla de añoranza y algia [dolor en el argot médico]. Es aplicable a esos momentos que recordamos situaciones, personas o cosas del pasado y que nos provocan un dolor, no tanto físico como en el alma.
Ayer me pasó algo parecido, cuando recordé mi infancia y aquellos años de inocencia, cuando dibujábamos en la plaza con tiza para jugar al trompo, mi abuelo enseñándome a lanzarlo y a recogerlo en la mano, o aquellas veces que usábamos aquel agujero como gongo para los boliches. También me acordé de las partidas al frontón en la pared del túnel, o cuando jugábamos al fútbol en la calle de arriba y usábamos la puerta del garaje como portería.
Las veces que fuimos al terreno de abajo con una lata de aceite vacía, que luego colocábamos pegada a las piedras con un trozo de tomate dentro para cazar algún lagarto. Cuando cogíamos un globo y el cuello de una botella de plástico azul para hacer unos gori-gori [tirachinas improvisados] para lanzarnos los conguitos del árbol. O el palo de la escoba rota que me dio mi abuelo para hacer un tirachinas con unas trabas y unos elásticos.
Y luego pensé en los chiquillos de ahora, que no salen de sus casas porque están con el ordenador, con la consola o simplemente viendo la tele. Yo a su edad jugaba a las cartas con los colegas en la plaza a grito de vido y siete, y ellos ya están quedando unos con otros para follar mantener relaciones sexuales. A la edad que ellos empiezan a ver películas porno yo estaba enganchado a los Caballeros del Zodiaco. Y no soy tan viejo, sólo soy de la quinta del 84.
A lo mejor antes no éramos tan espabilados como los de ahora, pero por lo menos teníamos una infancia DE VERDAD.