Modificando el título de la película de Buñuel hago referencia a una de ellas, de las que nombraba en mi lista de rencores. Ayer fui con algunos de los antiguos compañeros de clase a cenar y luego a las terrazas en Santa Cruz. Me lo pasé muy bien, gracias a [J] y a sus colegas que estaban todo el rato de bromas y risas.
Fuimos al Muelle, prácticamente la única que estaba abierta, y me vi a bastante gente conocida, y es ahí donde entra [R]. Sentía cómo se clavaba su mirada en mi nuca cuando estaba de espaldas, y luego al darme la vuelta y mirar [intencionadamente] hacia donde ella estaba la encontraba con esa mirada dura e inquisitoria. Le mantuve la mirada hasta que miró hacia otro lado, sabía que la había visto y yo lo sabía, pero su rencor es demasiado grande como para tener iniciativa reconciliadora. Yo lo hubiese hecho, pero consideré que no era el momento, así que preferí pasármelo bien que estar lidiando contra unos sentimientos negativos que podrían mellar mis fuerzas y el buen humor que tenía.
Luego llegué a mi casa, agarré el móvil y le hice una llamada perdida. A estas horas no me ha contestado, así que no sé si ha cambiado de teléfono o bien no quiere hacerlo. Supongo que hay personas a las que no les importa perpetuar su rencor y hasta puede que sientan un placer masoquista en ello. De cualquier manera, poco importa, sólo puede haber concenso si los dos queremos.
Una respuesta a «Ese rubio objeto de deseo»