¿Cuántas veces discutimos con alguien y no volvemos a hablar con esa persona durante mucho tiempo? A menudo ocurre que las causas de la discusión se desvirtúan y ya no recuerdo por qué existe una enemistad, pero como el hombre es un animal con alta capacidad de adaptabilidad pues nos acostumbramos a este mutismo declarado. Otras veces simplemente existe el temor de volver a reavivar la situación y es por eso que preferimos dejarlo como está, cada uno en su trinchera particular. El rencor es el último elemento para añadir a la ecuación, gracias al cual la reconciliación será inviable por una o ambas partes. La verdad es que todo esto es un rollo…