El viento llegó de pronto, azotando con violencia, estremeciendo las ventanas y las persianas, sacudiendo las hojas de los árboles. Empecé a sentir frío, como si se arrebatase parte de mis fuerzas dejándome vacío, tiritando. Consigo traía retazos de conversaciones, palabras antiguas y nuevas mezcladas en una sinfonía histriónica, germinando en mí recuerdos.
La rama a la que estaba agarrado terminó por partirse y el viento me llevó a lugares a los que antes había estado: la iglesia gris frente al campo de tierra, el mostrador de la panadería, la escalera silenciosa en la noche. De pronto volví a mi cuerpo, otra vez en el asiento del autobús, con una atmósfera musical a cargo de mi iPod y mirando a través de la ventana. ¿Por qué el conductor ha tenido que ir por aquí? Nunca me ha gustado vivir en el Sur, y menos en este pueblo. Es un lugar maldito, me ha robado mi fuerza.
Este fin de semana ha sido el torneo regional de cadetes en el Sur. Los chicos han ganado la competición pero yo siento que he perdido algo en el camino.