Aprovechando que la inspiración viene cuando le da la gana, aquí va otro microrrelato.
Callada retórica
Disfruté mucho con aquella primera cita. Cuando llegamos hasta el portal de su casa le pregunté si querría volver a quedar para tomar un café y charlar. Me miró, sonrió y dibujó con sus labios una despedida mientras buscaba en su bolso las llaves. Entonces fue cuando comprendí que hay silencios muy elocuentes.