Sólo hace falta la compañía adecuada para olvidar. Luego vendrán las acusaciones pseudo-justificadas y los cambios de culpabilidad recíprocos. Creo que llegados a este punto lo mejor es tomar una decisión que radique en la pasividad indiferente. Yo también quiero interpretar ese papel tan cómodo y holgado, así que voy a intentarlo.
No deseo seguir bailando en su palma
para luego cerrar su mano y acusarme a mí
culpándome de no estar sobre su garganta
sorbiendo las gotas de su sangre de anís.
El hombre es un animal de costumbres, y son estas costumbres las que determinan la forma de ser de las personas. No quiero entrar en juicios sobre qué está bien o qué está mal, porque sería entrar en el juego. Nunca llueve a gusto de todos, ni tampoco se puede mantener contento a todo el mundo, por eso hay que hacer algunas concesiones y ser prácticos. Ya veremos qué nos depara el futuro…