-Bueno, cuénteme qué le ocurre…
-En realidad no sé qué me pasa… la vi aquel día y desde entonces no me la puedo quitar de la cabeza y lo peor de todo es que si intentase arrancarla de mí perdería más que lo que podría ganar.
-Creo que a eso se le llama obsesión…
-No sé doctor cómo lo llama usted, pero es lo que siento, no puedo evitarlo. Necesito verla, necesito estar con ella aunque sólo sea en silencio… Necesito de su compañía, porque sin ella no soy persona, no estoy completo.
-Vaya, parece que ahora también hay cierto matiz de adicción.
-Realmente, no sé por qué gasto mi dinero en usted, si es que no me aporta nada. Para eso me pondría a escribir como hacía antes en mi blog, al público anónimo. Ya le he contado los problemas que me acaecieron por exponer directamente mis pensamientos… Además, siento que no tengo alma, porque cada vez que me mira, me sonríe, me da una caricia, o simplemente pienso en ella, se me escapa un pedacito que no volverá.
-Comprenda que yo no estoy aquí para opinar sino para escucharle y aconsejarle.
-Me gustaría poder hablar con ella como hablo con usted, pero no puedo, no puedo tomármelo de una manera tan impersonal. Y es que cuando me mira con esos grandes ojos, profundos, tan bellos que me atrapan y no me dejan escapar, mi mente se rinde. ÂÿAlguna vez ha sentido algo parecido? Claro, no se puede implicar con los pacientes, es normal. Es su trabajo, y tiene que ser lo más objetivo posible. Después de todo, Âÿpor qué estoy aquí, si mi único problema es que ella me gusta y punto? En realidad no es un problema, y lo que le estoy diciendo a usted se lo puedo decir a ella con un poco de fuerza de voluntad, de valentía. Doctor, lo siento mucho, pero creo que no le necesito. Me he dado cuenta que sólo puedo solucionar los problemas si los hablo con la persona afectada, y si tengo ganas de sermonear volveré a hacerlo en mi blog, que al fin y al cabo siempre ha sido una ventana abierta desde mi pensamiento hacia el mundo.
-Se ha dado cuenta por sí mismo de lo que debe hacer. Me alegra comprobar que mi terapia funciona, ya que ése era el objetivo desde un principio. De nada sirve que me lo cuente a mí cuando quién lo debe escuchar está ajeno al problema, así que le animo a que lo haga, que lo haga siempre. Siempre sea sincero, al precio que sea, pues será más feliz con usted y podrá evitarse muchos desengaños en en futuro. Buenos días.