Lo vemos cada día, por la televisión o a nuestro alrededor. Personas muriendo a manos de otras y personas siendo salvadas por otras. Homo homini deus, homo homini lupus. El hombre es Dios para el hombre, el hombre es lobo para el hombre. Aunque no lo parezca, ambas llevan a lo mismo, ya que tanto se puede ser un Dios bondadoso y bienhechor como déspota y sanguinario. La dualidad del ser humano es esa, el deleite por la creación y la destrucción al mismo tiempo.