Esto es un resumen de lo que ha sido mi año en lo que a divertimentos electrónicos se refiere. He puesto los juegos que han caído en mis manos, y no están ordenados en base a ningún criterio, por si acaso hay quien me quiera flagelar por ello. He de decir que los mejores han sido Assassin’s Creed, Dead Space y Mass Effect sin duda alguna. Quizás el primero se volvió un poco cansino porque la dinámica se centraba en explorar almenas, salvar ciudadanos y acabar misiones, así ciudad tras ciudad.
También tengo que decir que el FIFA 09 lo tuve dos días y luego lo desinstalé porque no me convencía mucho y, sin embargo, el PES 2009 lo tengo para los momentos de aburrimiento, que tengo un jugador en el modo «Ser una leyenda» que voy mejorando poco a poco. El Fallout 3 tampoco me gustó simplemente porque el mapa para localizar las misiones y los NPC era una mierda. El 007: Quantum Of Solace se salía al escritorio cada dos por tres y el GTA IV era totalmente injugable porque las texturas iban a su bola.
Podría hablar de cada uno un poco, pero sería bastante pesado, tardaría mucho y es que esta noche hay que acostarse temprano porque vienen los Reyes Magos.
Hace un tiempo que instalé el Windows uE en mi ordenador y todo iba bonito hasta que me dio por instalar videojuegos. Lo primero que noté fue el bajón de FPS que tenía respecto a la versión normal del Windows XP. Lo segundo que noté fue que había juegos que se veían mal o directamente no se veían.
El Test Drive Unlimited se veía con miles de texturas corruptas y cambios extraños en la iluminación, tanto que sólo podía jugar con el HDR desactivado. El Bioshock ni se me iniciaba, y no era problema de drivers ni nada parecido, doy fe de ello. Al final decidí instalar otra vez de nuevo el XP de toda la vida y me he pegado la viciada de mi vida al que se considera secuela espiritual del mítico System Shock.
Por cierto, oficialmente tengo ordenador nuevo, un Intel Core 2 Duo E6850 con una placa Gigabyte P35-DQ6 y 2GB de memoria Corsair Dominator DDR2-8500. El resto de componentes sigue igual que hasta ahora, y los que han sido sustituidos han pasado a formar parte del ordenador de mi padre.
Esas han sido las últimas novedades tecnológicas, seguiremos informando.
Tema original de Roberto Cantoral, versionado por Joan Báez allá por octubre de 1960.
Al preso número nueve ya lo van a confesar,
está rezando en la celda, con el cura del penal.
Porque antes de amanecer, la vida le han de quitar,
porque mató a su mujer y a un amigo desleal.
Dice así al confesar:
Los maté, si señor,
y si vuelvo a nacer,
yo los vuelvo a matar.
Padre no me arrepiento,
ni me da miedo la eternidad,
yo sé que allá en el cielo el ser supremo me ha de juzgar,
voy a seguir sus pasos, voy a buscarlos al más allá.
Ay ay ay ay
El preso número nueve era un hombre muy cabal.
Iba la noche del duelo muy contento a su jacal.
Pero al mirar a su amor en brazos de su rival,
sintió en su pecho el rencor y no se pudo aguantar.
Al sonar el clarín,
se formó el pelotón,
y rumbo al paredón,
se oyó al preso decir:
Padre no me arrepiento,
ni me da miedo la eternidad,
yo sé que allá en el cielo el ser supremo me ha de juzgar,
voy a seguir sus pasos, voy a buscarlos al más allá.
Nada, aprovecho un momento de tranquilidad relativa en el trabajo para dar señales de vida en plan «eoo, estoy aquí, sigo vivo». Recientes acontecimientos en mi espacio-tiempo me han impedido usar los ratos libres que solía disponer para escribir boberías por estos lares:
Pacientes fuera de horas de trabajo en Ifara.
Servicio técnico para el ordenador de mi padre.
Viernes Santo [léase como patear durante todo el día en La Laguna y descalzo].
Salidas nocturnas hasta horas intempestivas.
Dormir 8 o más horas después de las salidas nocturnas.
Cierta rubia de ojos verdes con una inexplicable capacidad para abducirme con suma facilidad.
Diversos cumpleaños.
Una guitarra española que me sirve de base para ir aprendiendo a tocar este instrumento.
Así que por estos y otros motivos que no vienen a cuento mencionar, he dejado el blog un poco abandonado pero, siento decirlo, vale más la pena vivir las cosas que escribirlas. Bueno, sigo trabajando, ya nos vemos.