Guapos y feos

P5300216No sé qué manía tiene todo el mundo de sacarles parecidos a los niños, que si la nariz del padre, los ojos de la abuela, el pelo de la tía, las manos del primo… Señoras y señores, los niños no se hacen juntando piezas de otros puzles, no sean pesados.

Si creces y te conviertes en alguien guapo, muchas personas de tu familia se apuntarán el tanto diciendo que es porque te pareces a ellos. Sin embargo, el resto de la gente te mirará con resentimiento porque todo el mundo asume que las personas guapas tan sólo viven su vida intentando caer bien y ser encantadoras, y por lo tanto son un montón de parásitos con la cabeza hueca. No encontrarás muchas simpatías sinceras, porque el resto del mundo piensa con envidia que las personas guapas tienen vidas perfectas. Esto dará como resultado una existencia amarga y solitaria.

Por otra parte, si creces y te conviertes en alguien feo, tus familiares te mirarán con benevolencia diciendo que al menos tienes alguna cualidad buena aunque secretamente dirán que te pareces a uno de esos parientes lejanos de los que nadie quiere hablar. Todo el mundo te querrá porque tienes peor aspecto que ellos pero, sin embargo, no le gustarás a casi nadie precisamente porque tu aspecto es mucho peor de lo que nadie sería capaz de aceptar. Esto dará como resultado una vida amarga y solitaria.

Nadie puede elegir ser feo o guapo. Independientemente del caso, la mejor opción posible para sobrellevarlo es tener sentido del humor y ser sarcástico, sobre todo sarcástico.

Ideas preconcebidas

Un error común a todas las personas que se encuentran sin pareja es que tienen la idea preconcebida que el resto del mundo también se halla en la misma situación, sobre todo cuando ven a un chico o una chica que les atrae. Cuando tienes pareja te da la sensación que todas aquellas oportunidades que no tuviste de soltero comienzan a llegar de pronto. Basta con que busques algo de manera desesperada para que no lo encuentres por ningún lado, como cuando no sabes dónde están las gafas de sol y de pronto las encuentras un día en el sitio más inesperado.

El hecho que una chica ligue una noche no tiene ningún mérito. No hace falta que sea una modelo, ni siquiera que posea una belleza deslumbrante, tan sólo basta con que esté tres minutos sola para que comiencen a revolotear a su alrededor tíos como abejorros atraídos por el néctar de una flor. Ella siempre tendrá la última palabra y la última decisión, como si se tratase de una subasta en la que se adjudica la pieza al mejor postor y, en ocasiones, nadie se lleva el premio.

Un tío, cuando se acerca a una chica inmediatamente tiene que comenzar a luchar contra una serie de prejuicios preestablecidos, a menudo causados por las conductas de otros tíos y que ya forman parte de una conciencia común a todas las mujeres. Comienza entonces un forcejeo, un intento de mantener una conversación minuciosamente estudiada para que, por una parte, no dé lugar a malentendidos acerca de las intenciones del muchacho y, por otra parte, intentar escapar de los tópicos y temas más manidos presentes en la mayoría de los intentos de acercamiento.

En igualdad de oportunidades no todos tenemos las mismas posibilidades.