Feliz Sin Valentín

Nunca le he dado una importancia especial a San Valentín precisamente porque siempre he pensado que el amor es algo que debe demostrarse durante en el día a día y no en una fecha marcada en el calendario, con actos sinceros y movidos por los sentimientos y no acometiendo con dádivas en una especie de chantaje. Las veces en las que ha coincidido que estoy en una relación un catorce de febrero siempre aviso con suficiente antelación que no pienso regalar absolutamente nada por tal motivo consumista.

Por que sí, porque me niego a caer en la repetición borreguil de una conducta que no me parece correcta bajo mi subjetivo punto de vista. Porque el regalo más sincero que puedes hacer a otra persona eres tú mismo, tus sentimientos y tus pensamientos.

Siempre he pensado que un regalo materialista en este supuesto día de los enamorados viene a ser como una aceptación de la ineptitud propia o ajena.

«Aquí tienes este regalo para demostrarte con banal materialismo los sentimientos que tengo hacia ti y que no has podido comprobar otras muchas veces durante el resto del tiempo que llevamos juntos, probablemente porque no los sé expresar de manera correcta o porque tu manera de interpretarlos no es similar a la mía».

Patético.

Estar enamorado no siempre es sinónimo de felicidad porque para que esto sea así el amor ha de ser correspondido, debe tratarse de un intercambio bidireccional y recíproco, porque de otra manera no es sino otro mal que tortura el alma de quien lo padece. La soledad, por otra parte, es cruda y no atiende a condicionantes de terceras personas pues es la compañía de cada uno y depende de uno mismo la tarea de saber sobrellevarla de la mejor manera posible. No es lo mismo estar solo que sentirse solo y puedo asegurar que nadie lo está.

Es por eso que voy a hacer una concesión a esta fecha para no ser tachado de misántropo empedernido. Mi felicitación para los enamorados correspondidos, sentido pésame para los que no disfrutan de la reciprocidad merecida y un saludo afectuoso para todas aquellas personas que saben llevar su soledad con dignidad.

Precisamente hoy por la mañana y por causalidad de la aleatorización de mi biblioteca musical, a aparecido en mi foobar2000 esta canción de Bah Samba con la voz de Isabel Fructuoso titulada Calma. Te recomiendo que escuches la letra.

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Feliz Sin Valentín.

Cuestión de exigencias

MosaicosEl otro día me dijeron una frase que me ha dado que pensar y era algo así como «no estás en condición de exigir». La verdad, como eufemismo para decirme suavemente «eres feo» no está nada mal, pero no es esto lo que me produjo cierta urticaria mental pues es un reflejo de la realidad. Mi carrera como modelo se ha visto truncada por mi falta de afeitado diario, corte y peinado de pelo planchado, odio racional contra la depilación corporal y las distintas cicatrices que pueblan mi piel.

No, no ha sido ese alarde de sinceridad respecto a mi belleza sino la falacia lógica de «si no eres X / eres Y, no puedes exigir» teniendo en cuenta que X <-/-> Y. Vamos a ver, no se le puede exigir a un inconformista por diseño que abandone de buenas a primeras sus requisitos establecidos y pase a ser un pelele que orgulloso agradece el premio de mierda que le ha tocado en la tómbola. No, algunas cosas no cambian.

Hay que entender que la exigencia no es un derecho sino que es una elección y, por eso mismo, no está sujeta a deberes que la condicionen. Siempre he pensado que el grado de exigencia que mantenemos con las cosas y, por extensión, con las personas, es directamente proporcional a la inteligencia de cada uno. Alguien inteligente, por definición, debe poseer además algo del espíritu inconformista, así que no se puede satisfacer con cualquier cosa simplemente porque sabe lo que quiere y lo que no.

Alguien que hace concesiones continuamente respecto a sus gustos o deseos hace gala de una convicción débil y una labilidad denodada, es poco inteligente y muy conformista. Por otra parte, al igual que ocurre con la escala de dureza de Mohs, alguien que no cesa en su empeño y no es capaz de adaptar sus condiciones será más proclive a la fragilidad, esto es, frustración y soledad. Exigir está bien, siempre que se mantenga dentro de los límites de la realidad y la probabilidad de consecución se encuentre dentro de lo humanamente posible.

Siempre estamos comparando variables con nuestro sistema de referencia para saber en qué lugar del eje de coordenadas podemos ubicarlas y si se encuentran o no dentro del dominio de nuestras campanas de Gauss particulares. Este es nuestro funcionamiento interno; es el último y único juez que dicta sentencia sobre lo que nos gusta o nos desagrada, luego la exigencia es inherente pues marca el límite de nuestros gustos; la frontera entre lo deseado y lo que queremos evitar; lo que despierta en nosotros interés o, por el contrario, aversión; la conditio sine qua non.

La exigencia es lo que nos permite cribar lo deseable de lo que no lo es, marcar objetivos para alcanzar o minimizar en cierta medida las probabilidades de perder el tiempo esperando recibir lo que no está disponible. La virtud se halla en saber ser selectivo y discernir cuándo ser exigente y cuándo ser permisivo.

Pensamiento del día

Algunas personas sufren transformaciones nocturnas demasiado radicales.

No hay peor soledad que la que se siente en compañía.

No puedes lamentarte de su sino cuando has sido tú quien te lo has deseado.

Desde la estepa

Soledad era independencia, yo me la había deseado y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en que se mueven las estrellas.

Hermann Hesse. El lobo estepario

Pensamiento del día

No permitas que los malos humos te contaminen.

«Hola» es la palabra más poderosa para luchar contra la soledad.

Tenemos que volver a convertir a los libros en algo atractivo. Si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te acuestes con esa persona. – John Waters

Pensamiento del día

Aunque no los entendamos, cada uno tiene sus motivos para luchar por sus ideas.

La soledad nunca nos dejará solos.

No permitas que nadie te desee suerte; la suerte es sólo para los perdedores.