Recuerdos fragmentados

Resulta extraño a la par que desconcertante el funcionamiento de la mente humana. El hecho de que para una máquina sea tan difícil entender cómo es su propio funcionamiento da una idea de lo limitado que es nuestro cerebro para conocerse a sí mismo. Durante la última semana he tenido sueños extraños no por su contenido sino por lo esclarecedores que han sido respecto a mis propios pensamientos y recuerdos.

De hecho, aún ahora me detengo e intento traer desde el fondo de mi memoria recuerdos que sé que están ahí, detrás de aquel cuadro del museo Van Gogh, debajo de aquella cama con olor a vainilla o junto al ojo de buey de la pared.

Son recuerdos fragmentados, recuerdo unos labios carnosos que rozan los míos, un pelo corto y una nuca de piel pálida y suave, unas piernas bajo una falda azul celeste, unas esclavas de color marrón en verano, una peculiar mancha en el iris, unos pechos turgentes, unos pies con las uñas pintadas de color morado, una voz con acento peninsular que me habla, una toalla blanca enrollada en el pelo, un camisón de color dorado, un sujetador negro con encaje…

Tengo todas esas imágenes impregnadas en algún lugar de mi mente, tan fidedignas como una instantánea que congela el espacio y el tiempo. Cada fotografía corresponde a alguna persona, pero no soy capaz de reconstruir a ninguna completamente. No recuerdo cómo era su voz, no encuentro su olor por ninguna parte, se ha perdido su cara entre tantas fotografías… ¿Tenía los ojos de este color u otro? ¿Era así de alta o quizás un poco más baja? ¿Realmente era así o más delgada?

Sólo poseo pequeñas pinceladas que apenas forman en el lienzo una pintura al óleo inacabada, retratos inconclusos de las modelos que han posado para mí en los que se entremezclan vívidos detalles con zonas difuminadas.

Memòries de viatge

Confieso que he tenido que usar el traductor castellano-catalán para poder escribir correctamente el título de esta historia, pero qué le vamos a hacer si no sé dónde van las tildes en ese idioma

Estoy más que conforme con el balance de este último trayecto del viaje ya que a pesar de los contratiempos y demás percances el resultado ha sido notablemente satisfactorio. El comienzo del final ha estado marcado por una nueva aparición de mi queilitis pero con paciencia y el tratamiento adecuado esa molestia en los labios ha acabado por desaparecer, afortunadamente.

¿Alguna vez te ha asaltado una sensación de cansancio tal que sientes un enorme lastre en el corazón y el alma? ¿Alguna vez has escuchado a esa vocecilla, esa que suele hablarte desde el rincón más profundo y oscuro de tu mente, gritar a pleno pulmón «no tiene sentido seguir con esto»?

Si te sucede, haz caso a tu conciencia y corta los hilos atados a ese peso que evita que puedas volar hacia el cielo. Quizás brote sangre de ellos, tu propia sangre, pero será una herida que sanará por sí misma con el tiempo y un ganchito, como dice la canción.

No hay nada más allá, tan sólo la simple, brutal e impertérrita ley causa-efecto. Acaba con las incertidumbres que pueblan tu vida, enfréntate a la realidad, la verdad te hará libre.

Yo lo he hecho y aquí estoy, mejor que peor, que no es poco. He regresado de una travesía que ha sido uno y más viajes, que quizás han durado muy poco, o quizás han durado demasiado, porque no sé cuánto tiempo hace que los he iniciado pero sí sé cuándo han concluido.

Regresar a casa no siempre es sinónimo de descanso porque al menos en mi caso no es más que el inicio de nuevos planes de viaje, que puede que se queden sobre el papel de la mente o escritos en piedra, o quizás comiencen tarde o temprano.

Al menos sé que no estoy muerto, porque aún amo la vida.

Consumismo

Actualmente las relaciones interpersonales tienen una tasa de fracaso muy alta debido a que el consumismo imperante se ha implantado tan profundamente en nosotros y nuestra forma de vida que ni tan siquiera podemos deshacernos de su influencia en este aspecto.

El amor, el cariño y hasta la simple atracción sexual se ven condicionados de tal manera que nunca estaremos mínimamente conformes con lo que ya poseemos y estaremos permanentemente intentando encontrar algo o alguien que nos satisfaga en mayor medida.

En nuestra búsqueda de la utópica felicidad no hallaremos más que tristeza salpicada de pequeños momentos de alegría. Por el camino nos desharemos y seremos desechados, utilizaremos y nos utilizarán, pero ante todo sufriremos y haremos sufrir.

Tan sólo debemos recordar algunas frases tan manidas como «trata a los demás como desearías ser tratado» o aquella otra que dice «no es más feliz aquel que más tiene sino el que menos necesita».

Más altruismo, más empatía, más sonrisas y menos maquillaje.

Próximamente

Hace mucho tiempo que no escribo tan asiduamente como antes en el blog, lo reconozco, pero esto ha sido propiciado por diversas causas.

  1. Trabajo. Este blog no me da de comer, mi trabajo sí. Si encima tengo tres trabajos, pues esto significa menos tiempo libre.
  2. Aficiones. Quien lo sepa como quien no, me gusta sacar fotos con mi cámara, me gusta tocar canciones con mi guitarra y con mi bajo eléctrico, me gusta ver películas en el cine o en mi casa, me entretengo de vez en cuando con algún videojuego y leo cuando me apetece. Escribir es otra de mis aficiones, pero tengo que encontrar tiempo para todas y cada una de las demás. Es lo que se denomina procrastinar.
  3. Relaciones interpersonales. Los amigos y la familia requieren de tiempo y dedicación. La pareja, cuando tienes, roba tiempo a todo lo anterior.

Pues bien, si combinamos el punto número dos con el número tres da como resultado el tiempo libre total del que dispongo, y no es que me sobre. El tiempo que dedicaba a la escritura en el blog lo he usado principalmente a escribir un libro para hombres titulado Guía para corazones rotos. Como su título expresa, es una especie de guía para todos aquellos tíos que lo están pasando mal por una ruptura amorosa y requieren algún tipo de consejo o ayuda para superarlo.

He decidido publicar un fragmento a modo de entrante para que el populacho vaya haciendo boca.

Descarga el prefacio aquí.

Discusión

Si pretendes defender una opinión
y discutir por discutir
sólo para ganar la discusión
yo te aseguro, puedes creer,
que cuando habla el corazón
a veces es mejor perder
que ganar, ya verás.

Ya entendí la confusión.
Tú quieres hacer prevalecer
la opinión sobre la razón,
no puede ser, no puede ser...

Para qué cambiar un sí por un no
si el resultado es soledad.
En vez de amor una nostalgia
te dirá que tengo razón.

Crónica de un beso anunciado

beso

Fue así, de repente. Apareció ante mis ojos y estaba allí, sentada esperando, supuse, a ser llamada al despacho. Sinceramente no sé qué fue, no sé decir cómo fue, pero se adueñó de mis pupilas y allí se quedó. Fueron sus formas caprichosas, fueron sus labios carnosos, fue a lo mejor su mirada inocente, no lo sé.

Algo en mí instaba a que mi sentido común hiciera acto de presencia y solicitase la vuelta a la realidad mientras la parte más visceral de mí comenzaba a inquietar mi estómago y mi corazón. Mientras pasaba a su lado sin que apenas ella notase mi presencia, haciendo alarde de mi innata capacidad para pasar desapercibido, yo ya estaba pensando en dónde y cuándo sería la próxima vez que la pudiese ver de nuevo, porque ese era mi mayor deseo, volverla a ver y poder deleitarme una vez más del delicioso néctar que emanaba de ella y bebían mis ojos y emborrachaba mi mente.

Pero, incluso así, después de imaginar mil y un reencuentros, de nada me sirvió mi imaginación para prepararme ante la sorpresa de volver a tenerla ante mí, más cerca que la última vez, conocer su nombre y escuchar su voz. Un torrente de sensaciones bullía dentro de mí mientras intentaba mantener la fachada de tranquilidad y seriedad, una y otra vez, en cada ocasión que nos volvíamos a encontrar, cruzábamos palabras banales y superfluas, manteniendo dentro de mí todos los pensamientos que germinaban en cada nuevo encuentro.

El tiempo pasó y, siembre amparado bajo el axioma de «nada surge de la nada», logramos al fin lo que tanto deseábamos hacer y no nos atrevíamos a iniciar. Cuando mis labios rozaron los suyos, como un castillo de naipes me derrumbé hasta su boca como si un remolino de aguas frescas y rejuvenecedoras me hubiese atrapado, y es que en verdad me hacía sentir como el chiquillo que descubre por primera vez el beso largo tiempo ansiado.

Y continuamos besándonos, ahora con la suavidad de la pluma que acaricia, ahora con ímpetu desbordante, ahora rápido y a hurtadillas, ahora largo como un paseo por prados en flor. Así eran y así son, besos.