Sabía muy poco de esta clase de criaturas y de vidas; sólo en el teatro había encontrado antes alguna vez existencias semejantes, hombres y mujeres, semiartistas, semimundanos. Ahora por vez primera miraba yo un poco en estas vidas extrañas, inocentes de una manera rara y de un modo raro pervertidas. Estas muchachas, pobres la mayor parte por su casa, demasiado inteligentes y demasiado bellas para estar toda su vida entregadas a cualquier ocupación mal pagada y sin alegría, vivían todas ellas unas veces de trabajos ocasionales, otras de sus gracias y de su amabilidad. En ocasiones se pasaban un par de meses tras una máquina de escribir, alguna temporada eran las entretenidas de hombres de mundo con dinero, recibían propinas y regalos, a veces vivían con abrigos de pieles en hoteles lujosos y con autos, en otras épocas en buhardillas, y para el matrimonio podía alguna vez ganárselas por medio de algún gran ofrecimiento, pero en general no llevaban esa idea. Algunas de ellas no ponían en el amor grandes afanes y sólo daban sus favores de mala gana y regateando el elevado precio. Otras, y a ellas pertenecía María, estaban extraordinariamente dotadas para lo erótico y necesitadas de cariño, la mayoría experimentadas también en el trato con los dos sexos; vivían exclusivamente para el amor, y al lado del amigo oficial, que pagaba, sostenían florecientes aún otras relaciones amorosas. Afanosas y ocupadas, llenas de preocupaciones y al mismo tiempo ligeras, inteligentes y a la vez inconscientes, vivían estas mariposas su vida tan pueril como refinada, con independencia, no en venta para cualquiera, esperando lo suyo de la suerte y del buen tiempo, enamoradas de la vida, y, sin embargo, mucho menos apegadas a ella que los burgueses, dispuestas siempre a seguir a su castillo a un príncipe de hadas y ciertas siempre de manera semiconsciente de un fin triste y difícil.
Hermann Hesse. El lobo estepario
Adiós, amor
AVISO: existe una nueva edición de «Adiós, amor» disponible desde diciembre del 2017. Sigue el siguiente enlace:
2ª EDICIÓN DE «ADIÓS, AMOR»
He decidido sorprender y hacerme un regalo con la excusa que hoy es mi vigésimosexto cumpleaños.
Después de un esfuerzo increíble he conseguido terminar con este proyecto en el que llevaba embarcado desde hacía tantos meses. Es difícil para alguien inconformista colgar el cartel de «FIN» en algo así, sobre todo porque lo que comenzó siendo un par de hojas escritas ha acabado siendo algo más que eso, un lugar donde he ido apuntando día a día las ideas que han ido surgiendo. Nunca he pensado en ganar dinero a costa de mis palabras, no soy un escritor profesional ni nada parecido, así que por eso he decidido publicarlo como una edición digital con una descarga libre para todo el mundo.
Seguramente, a pesar de haber revisado el texto una y otra vez todavía contenga algún que otro error gramatical, falten palabras o sobre alguna. En caso de ser así, espero ser avisado para poder corregirlo en la mayor brevedad.
Mi regalo
Ayer me regalaron algo que me llegó de verdad. No me importa que fuera por compromiso, una mentira piadosa, me da igual… La inocencia del momento me hizo sentir pletórico.
– Sólo quería darte las felicidades por ser el día de los enamorados, una bobería al fin y al cabo, porque uno se está enamorado todos los días y debe demostrarlo continuamente, pero bueno…
– Muchas gracias nené , muchísimas felicidades para ti también.
– ¡Yo no tengo un amorcito que corresponder! Jajaja, gracias de todas maneras.
– Pero tienes un gran corazón que dar.
– ¡Ñu, ahí ahí sí que me diste!
Lo dicho, pletórico.
Don’t get flowers – get naked!
Grafito
Dos boberías hechas con celulosa y grafito. Las saqué con mi cámara de fotos porque no tengo un escáner para tal función, por eso es que se ven tan «sucias».
La imagen de la izquierda es una cabrita que hice para [A] ya que a ella le encantan los mamíferos caprinos, tanto que le gustaría tener una cabra como mascota. Es más, en su cumpleaños le regalaron un peluchito de una cabra a ver si se le iba la idea de la cabeza, pero creo que no hay manera. En realidad, si hay gente que tiene un cerdo como mascota, ¿por qué no va a poder tener ella una cabra? Sin ir más lejos, mi primo tenía en La Gomera una cabra como mascota, sólo que él la tenía en un corral y no en el jardín de la casa.
La imagen de la derecha es el primer diseño de un dibujo que estoy pensando en sacar el 14 de febrero. No, no es un regalo para mi enamorada simplemente porque no tengo; quizás precisamente por no tenerla lo hago en ese día en concreto. Que nadie se intrigue demasiado, es otra bobería hecha con celulosa y grafito.
Yo nunca he regalado nada en esa fecha tan «amorosa» simplemente porque me parece una tontería inventada por las tiendas para vender rápidamente bombones a punto de caducar. El amor no se demuestra con regalos, se demuestra con actos y [preferiblemente] todos los días. Si es que el amor es bonito… Mientras es correspondido.
Amigo invisible
Perdón por no hablar de esto antes, y no es porque me diese vergüenza, sino es que soy un vago y cuando tengo algo pendiente de escribir no me dan tantas ganas de terminarlo. Prefiero escribir lo que tengo en el momento en la mente a dedicarme a un tema pendiente.
Al caso, este año hicimos el Amigo Invisible en el trabajo y tengo que hablar del regalo que me tocó: pinturas corporales de colores y sabores. No sé por qué no se me había ocurrido antes la idea de que estas cosas existían, pero cuando abrí el regalo me quedé absolutamente impresionado, ¡qué originalidad de detalle!
Lo único malo de este regalo es que justamente llega a mis manos cuando ya no tengo un lienzo femenino sobre el que dibujar. En serio que tengo la espinita clavada por eso, pero según leo en la caja, tengo hasta marzo de 2008 para consumirlas preferentemente. ¡Aún sigo esperando por alguna candidata!