Windows uE y los videojuegos

bioshockHace un tiempo que instalé el Windows uE en mi ordenador y todo iba bonito hasta que me dio por instalar videojuegos. Lo primero que noté fue el bajón de FPS que tenía respecto a la versión normal del Windows XP. Lo segundo que noté fue que había juegos que se veían mal o directamente no se veían.

El Test Drive Unlimited se veía con miles de texturas corruptas y cambios extraños en la iluminación, tanto que sólo podía jugar con el HDR desactivado. El Bioshock ni se me iniciaba, y no era problema de drivers ni nada parecido, doy fe de ello. Al final decidí instalar otra vez de nuevo el XP de toda la vida y me he pegado la viciada de mi vida al que se considera secuela espiritual del mítico System Shock.

Por cierto, oficialmente tengo ordenador nuevo, un Intel Core 2 Duo E6850 con una placa Gigabyte P35-DQ6 y 2GB de memoria Corsair Dominator DDR2-8500. El resto de componentes sigue igual que hasta ahora, y los que han sido sustituidos han pasado a formar parte del ordenador de mi padre.

Esas han sido las últimas novedades tecnológicas, seguiremos informando.

El problema de ser canario

canariasSer canario no es una ventaja, es un problema. Es más, no es un problema, son muchos problemas englobado en uno, porque cuando dices «soy canario» ya se sabe que lo tuyo sí que es un problema y lo demás son boberías.

Cuando llegas a casa con hambre es un problema. Si al abrir la nevera encuentras higos picos pelados, tienes un gran problema. Ves un bote de almogrote gomero y tienes un problema, pero si encuentras pan bizcochado, el problema ya es más grande. Ves una pelota de gofio amasado con almendras, pasas y plátano, y sabes que tienes un problema. Si ves un enyesque de queso blanco, sea palmero, majorero o de cualquier otra isla, sabes que tienes un problema, pero si encuentras pan en la talega, ya tienes un problema mayor. Si ves unos higos de leche, tienes un problema, pero si encuentras gofio en la cacharra, tu problema es más grave de lo que creías.

Cuando tienes ganas de fiesta, tienes un problema. Porque sabes que si vas a la fiesta de los corazones de Tejina, tienes un problema. Lo mismo pasa cuando es San Juan y te vas a la Punta del Hidalgo o al Puerto de la Cruz. Cuando encuentras tu traje de mago en el armario, no haces más que acrecentar tu problema. Porque sabes que puedes ir a la romería de Tegueste, lo cual es un problema. Y porque sabes que puedes ir al baile de magos de la Orotava, otro problema más. Y porque sabes que puedes ir a las fiestas de mayo de Santa Cruz, que es otro problema.

Cuando tienes ganas de dar un paseo, tienes un problema. Porque te puedes pegar la pateada por Anaga y acabar bañándote en la playa de Almáciga para refrescarte los pies, lo que es un problema. Te puedes ir al mirador de Los Campitos y observar Santa Cruz toda iluminada, lo que también es un problema. Puedes estar caminando por el barranco de Masca, llegar a la playa, bañarte y tener otro problema más.

Y como estos hay muchísimos problemas más, lo que pasa es que sólo son considerados como problemas por todas esas personas que viven en nuestras islas pero no les gustan, se sienten acorralados, encarcelados y no saben disfrutar de las maravillas que ofrece nuestra tierra.

Pensamiento del día

deficit

Hace poco calificaron a mi déficit de conversación superflua como un problema.

Tengo que recuperar la costumbre de ponerle títulos a las fotos que subo a Flickr.

Mejor me quedo, prefiero recordarte y de vez en cuando cartas bonitas escribirte. Escribirte, explicarte, decirte de todo, de todo menos olvidarte.

Pensamiento del día

When Waves Collide

Pese a todo, nunca negaré mi saludo, sobre todo porque la educación y las buenas maneras no están reñidas con el rencor o lo que quiera que exista de manera subyacente.

Pocas cosas hay peores que la incertidumbre, y es por eso que me desespero por tu falta de decisión. Tanto es así que prefiero una decisión desfavorable en relación a mis planes que andar suspirando por una solución a este problema. De todas maneras, es obvio que preferiría una decisión favorable pero, para bien o para mal, no está en mis manos.

Las personas solemos desear aquello que está lejos de nuestro alcance, y este deseo se mantiene hasta que logramos lo que queremos. El arte de la seducción consiste en prolongar todo lo posible este deseo sin llegar a provocar su pérdida con el fin de aumentar al máximo el ansia por poseer lo que anhelamos. Es por eso que nunca debes ofrecerte tan fácilmente, porque lo que llega fácil, con la misma facilidad se deja escapar.

Problems within

problemLos problemas que conciernen a uno mismo, es decir, los que son por causa y consecuencia internas, son a la vez los más sencillos y los más complicados de solucionar. Los más sencillos porque sólo tenemos que incidir sobre nosotros mismos, y los más complicados porque tenemos que incidir sobre nosotros mismos. He ahí el principal problema.

En ellos se encierra una dualidad que bajo un enfoque lógico daría como resultado la negación de sí mismos, pero no es así, porque estos problemas internos son tan obvios y sencillos como a la vez tan complicados que acaban por formar un ciclo casi autodestructivo. Se encuentran soluciones pero también se encuentran trabas para llegar a la consecución, y este es el círculo vicioso que nos atrapa y nos mantiene en un remolino de certezas e incertidumbres.

Ahí es cuando tenemos que echar mano de algún ancla, algo a lo que agarrarnos para no seguir arrastrados por la corriente, salir de las aguas turbulentas y observar al monstruo desde una distancia prudencial. Es la única manera de conseguir algún resultado, después de un análisis lo más objetivamente posible desde un punto de vista tan subjetivo como puede ser nuestra propia mente.

Doy fe de ello. Yo, que no tengo uno sino muchos problemas, y tengo que empezar a solucionarlos.

Comprensión

understanding¿Cómo podemos pretender conocer a los demás si nosotros mismos no nos conocemos? Quizás no nos hemos parado a pensar que, simplificando, somos máquinas que se estudian a sí mismas. El hecho de ser parte de la incógnita ya nos impide alcanzar el conocimiento.

Una vez más llegan hasta mi mente aquellas palabras escritas hace tanto tiempo y digo yo, ¿por qué nos empeñamos en encasillar y juzgar? Simplemente porque es más fácil hacer causantes de nuestros problemas a los demás antes que hacer una introspección y hallar la causa en nosotros, nuestros actos. Todos recurrimos al locus de control externo porque nos resulta más sencillo echarle la culpa de nuestros problemas a las personas que nos rodean e interactúan con nosotros, al Sol porque aparece por el horizonte o a la Luna que nos mira con cara pálida.

El ejemplo más sencillo es el del niño que se tropieza con un juguete, cae al suelo, haciéndose daño, y comienza a llorar. ¿Cuál es la reacción natural de la madre? Primero mira si está bien, si se ha hecho mucho daño, y lo segundo es decir «juguete malo, juguete malo», ¿o no es cierto? Desde pequeños, con estos inocentes actos, nos comienzan a inculcar que nuestros problemas son por causa externa, cuando en realidad si el niño se hubiese fijado y hubiese esquivado el juguete no se habría caído. De nada sirve andar echándole culpa a nada o nadie, simplemente porque es más fácil actuar sobre nosotros mismos y corregirnos que andar modificando nuestro entorno y a los demás para evitar nuestros problemas. El fallo seguirá estando en nosotros, no le habremos puesto solución, y seguirá repitiéndose mientras no cambiemos al mundo o a nosotros.

understandingMarcamos como causa de nuestros problemas a los demás, los etiquetamos con calificativos y los distribuimos en grupos porque es lo más fácil. Y es que en realidad no somos nosotros mismos, somos como nos califican los demás. Las apreciaciones subjetivas que hacemos los unos sobre los otros son las que nos definen, las que dictan si somos simpáticos, interesantes o prepotentes, no simplemente porque lo seamos de forma inherente.

Lo único importante al final es conocerse a sí mismo, pero como ya he dicho, es imposible. A lo único que podemos aspirar es a comprendernos, sólo que unos lo han conseguido en mayor medida que otros. Lo triste es que, a menudo, los que menos se comprenden son los que más juzgan y ahí radica el problema.