Pensamiento del día

Day 33: Ninja Moon

Cuando observamos las estrellas en realidad estamos mirando el brillo del pasado.

Tan sólo se esconden y mienten aquellos que tienen algo que ocultar.

Aclarar los malentendidos no es justificarse sino simplemente explicar las razones por las que la otra persona está equivocada.

Pensamiento del día

El alcohol no es una solución a los problemas, más bien es la excusa para no pensar en ellos.

El valor de un logro es directamente proporcional a la dificultad para conseguirlo.

Si perdonas pero no olvidas siempre tendrás la impresión que el pasado reaparece.

La realidad

Molino de agua

Ya sé que no tiene rima, ni asonante ni consonante, pero me apetecía escribirlo y ya está. Las reclamaciones han de ser trasmitidas al servicio de atención al cliente.

Incluso cuando he sido golpeado por una realidad mejor
he recogido los trozos desperdigados de mi propio yo.
En verdad no importa cuántas veces me visite el final porque
en cada ocasión me ha animado con una palmada en mi espalda.
Preocuparse continuamente por el significado de las cosas
no necesariamente nos permite dejar de estar confusos.
Muy al contrario, a menudo obceca nuestra mente y sentidos
y siempre nos lleva de nuevo hasta una nueva pregunta.

Puedo dibujar el contorno del futuro porque sus límites
están cimentados sobre todas las osadías del pasado
y construidos con los acontecimientos del presente.
Pero tal vez no lleguen a ser porque son sólo incertidumbres.

Escalar este alto muro es muy distino a lo que pensaba
pero avanzar hasta el otro lado hará que se desvanezca.
Delante tengo un largo y tortuoso camino por recorrer
que fue elegido hace tiempo por mí mismo, no por nadie más.

Tuvimos que arder, yo junto con todos mis tenues sueños
para rasgar así la oscuridad con la luz de nuestra llama.
Pero ante todo sé que al otro lado del muro derrumbado
a mi espalda estarán las ruinas y podré ver mi propio cielo.

En realidad, es ley de vida.

En estas fechas tan señaladas

Mesa de Navidad [II]Estas fechas en las que estamos son muy señaladas, de hecho no hace falta sino mirar al calendario para ver que tanto el 25 de diciembre como el 1 de enero están señalados en rojo para dejar constancia que son días festivos, que no quiere decir que sean de fiesta, alegría y jolgorio, sino simplemente que no son laborables. Quizás sea por todos los acontecimientos de mi pasado, quizá sea por mis circunstancias familiares presentes o por mis fantasmas de las Navidades futuras, pero esta época del año me resulta un poco más nostálgica y melancólica que de costumbre.

El tema del consumismo está muy manido y no hace falta entrar en profundidad a analizar el modelo de negocio creado por las marcas para hacernos creer que lo más caro es lo mejor. Son bienes materiales al fin y al cabo, y todo lo material no genera sino una felicidad condicionada a su posesión que, por otra parte y por extensión, es el germen incongruente del temor por perderlo. Prefiero no seguir hablando del tema, podría acabar convirtiendo este post de buenas intenciones en una nueva guerra dialéctica contra un enemigo invisible.

No obstante, y a pesar de la resistencia natural que se consigue desarrollar, uno acaba por contagiarse de esta extraña sensación, como si de algún tipo de virus se tratase, o como si por arte de ósmosis atravesase mi barrera semipermeable particular. Mi pensamiento para este día es el siguiente: los buenos deseos no se deben quedar relegados a dos semanas en diciembre, así que muchas felicidades para los próximos 364 días. Y recuerda, vive con intensidad.

Revisando la memoria

Fresco y limpioA veces me pongo a rebuscar el mi baúl de los recuerdos particular que es Liberitas y me encuentro frente a frente con mensajes del pasado que dejé escritos como vestigios de un tiempo pretérito. Hay algunos que, bajo mi subjetivo punto de vista, son muy buenos, tanto literariamente como por el contenido; también hay otros que ahora mismo no se me ocurriría publicar pero es lo que tiene escribir pensamientos, no siempre estamos de acuerdo con nosotros mismos. Pero no son solamente fragmentos de pensamientos sino además pequeñas esencias de emociones y sentimientos que los acompañaban el aquel momento.

A menudo recuerdo el mismo instante en el que lo escribía, y las circunstancias que me inspiraron y abocaron a plasmar lo que pensaba a través del teclado. Hoy en día provocan en mi distintas reacciones, a menudo es la indiferencia la que hace acto de presencia pero, en contadas ocasiones, aparece la nostalgia en forma de frases como «si hubiese sabido lo que estaba por llegar» y otras por el estilo. Tengo bien claro que el pasado es inamovible y no me arrepiento del noventa y cinco por ciento de las acciones que he llevado a cabo, pero siempre queda ese cinco por ciento restante que pulula por ahí y alguna vez sale a relucir.

Ayer, sin ir más lejos, encontré uno de esas dosis de recuerdos que me transportó oníricamente hasta el momento en el que comenzaba a conocer a esa chica. Hablaba de cosas tan banales como sus ojos y sus labios, que incluso hoy en día sigo considerando como bellos, lo que me hizo sufrir una serie de saltos espacio-temporales en los que primero estaba en aquella noche en la que nos besamos por primera vez, luego me encontré en un momento eroticofestivo de pasión y lujuria desenfrenados y, por último, en la habitación oscura en la que mantuvimos la conversación que sería el final de nuestra relación.

Las dos primera situaciones despertaron en mí la nostalgia que provocan los recuerdos agradables cuando aparecen en momentos de estado anímico bajo pero, sin embargo, la última me resultó tan anodina e indiferente que lo único que consiguió fue reforzar la sensación triunfal de haber hecho lo justo y necesario.

Pero claro, este es sólo un ejemplo, no siempre se obtienen los mismos resultados.

Pensamiento del día

Todos nos equivocamos, pero hay algunos fallos más grandes que otros.

Cuando un pensamiento ocupa toda tu mente es muy difícil hacer hueco para otras ideas.

Sólo cuando te enfrentas a tu pasado y no te genera ninguna emoción, esa indiferencia es síntoma inequívoco de haberlo superado.