Escisión

Puedo prometer y prometo… #canarios #mano #graffiti #streetart #canarias #hand #birds

Era un pájaro que no podía moverse ni volar a ninguna parte. Era un árbol cuyas ramas no podían crecer, un pez que no podía nadar. Mis ojos no me mostraban a donde me dirigía porque estaba cegado, intentando encontrar algo que no estaba.

Te di mi sangre pero tu corazón no latía al compás de mis sentimientos. Y lo intenté, en vano, pero lo intenté. Pero cuando yacía desangrado, pensando en regalarte más, me di cuenta que no eras el recipiente adecuado.

¿Para qué estaba luchando? ¿Por qué lo seguía intentando? Busqué la razón, pero no pude encontrarla, ni ella me encontró a mí. Porque estaba cegado por ti, intentando encontrar algo que no estaba ahí.

Pero me encontré cuando te fuiste, me encontré cuando te perdí. Cuando ya no estabas dentro de mí, a pesar de estar a mi lado. Fue la soledad de tu compañía la que escindió las cadenas; fue entonces que no fui más esclavo.

Encontré la libertad.

Ese pájaro azul

TwitterHacía tiempo que no escribía en Liberitas, ya fuese porque andaba de viaje por Japón, por Fuerteventura o de escapada de fin de semana, o tal vez porque otras actividades robaban mi tiempo libre hasta el punto de no tener un momento de aburrimiento. Quería escribir y, a pesar de usar otros medios como puede ser Twitter, ciento cuarenta caracteres no son suficientes para mí.

Lo cierto es que ya ha llovido bastante desde que hace poco más de un año que decidí quitarle el polvo a aquella cuenta que un día registré. He conocido a mucha gente y, afortunadamente, todas estas personas me han aportado algo. Hemos ido a la playa, de cena, de fiesta, de viaje… ¡Hasta he jugado al paintball por primera vez en mi vida! También es cierto que ocurre como en todos lados y siempre te topas con alguien más o menos especial, con intenciones un tanto cuestionables pero, al fin y al cabo, siempre se aprende de ello tratando de dejar rencores a un lado.

Sigo conociendo, sigo aprendiendo, sigo hacia adelante… Pero siempre sigo.

Conversaciones con Demian

–¡Oh! ¿Por qué se lo ha dicho a usted? ¡Yo pasaba entonces el peor momento de mi vida! 

–Sí. Max me dijo: Sinclair tiene ahora que superar lo más difícil. Está intentando refugiarse en la masa; hasta se ha convertido en cliente asiduo de las tabernas. Pero no lo conseguirá. Su estigma está escondido pero arde en secreto. ¿No fue así?

–¡Oh, si! Así fue exactamente. Entonces encontré a Beatrice y por fin apareció un guía. Se llamaba Pistorius. Me di cuenta de por qué mi infancia había estado tan ligada a Max, de por qué no podía liberarme de él. Querida señora, querida madre, en aquellos días creí muchas veces que tenía que quitarme la vida. ¿Es el camino tan difícil para todos?

Me pasó la mano por el pelo, suavemente como el aire.

–Siempre es difícil nacer. Usted lo sabe; el pájaro tiene que luchar por salir del cascarón. Reflexione otra vez y pregúntese: ¿fue tan difícil el camino? ¿Fue sólo difícil? ¿No fue también hermoso? ¿Hubiera usted conocido uno más hermoso y más fácil?

Negué con la cabeza.

–Fue difícil –dije como en sueños–, fue difícil hasta que apareció el sueño.

Ella asintió y me miró intensamente.

–Sí, hay que encontrar el sueño de cada uno, entonces el camino se hace fácil. Pero no hay ningún sueño eterno; a cada sueño le sustituye uno nuevo y no se debe intentar retener ninguno.

Me sobrecogí profundamente. ¿Era aquello un aviso? ¿Era ya una advertencia? Pero no me importaba; estaba dispuesto a dejarme conducir por ella y no preguntar por la meta.

–No sé –dije– lo que ha de durar mi sueño. Quisiera que fuera eterno. Bajo la imagen del pájaro me ha salido a recibir el destino, como una madre, como una amada. A él le pertenezco y a nadie más.

–Mientras su sueño sea su destino, debe serle fiel –concluyó ella gravemente.

Se apoderó de mí la tristeza y el deseo ardiente de morir en aquella hora mágica. Sentí brotar las lágrimas incontenibles y arrasadoras: ¡ cuánto tiempo hacía que no lloraba! Bruscamente me aparté de ella, me acerqué a la ventana y miré con ojos ciegos por encima de las flores. A mi espalda oí su voz, tranquila y sin embargo tan llena de ternura, como un vaso de vino colmado hasta el borde.

–Sinclair, es usted un niño. Su destino le quiere. Un día le pertenecerá por completo, como usted lo sueña, si usted le es fiel.

Hermann Hesse. Demian

Conversaciones con Demian

Con los ojos llenos de lágrimas contemplé mi dibujo y me encontré leyendo en mi propia alma. Bajé la mirada: bajo el dibujo del pájaro, en el marco de la puerta abierta había aparecido una mujer alta, vestida de oscuro. Era ella.

No fui capaz de articular ni una palabra. La hermosa y respetable dama me sonrió con un rostro que, como el de su hijo, no tenía edad e irradiaba una viva voluntad. Su mirada era la máxima realización, su saludo significaba el retorno al hogar. En silencio le tendí las manos. Ella las tomó con manos firmes y cálidas.

–Usted es Sinclair. En seguida le he reconocido. ¡Bienvenido!

Su voz era grave y cálida. Yo la bebí como un vino dulce y, levantando los ojos, los dejé descansar en sus rasgos serenos, en los negros y profundos ojos, sobre la boca fresca y madura, sobre la frente aristocrática y despejada que llevaba el estigma.

–¡Qué dichoso soy! –le dije, y besé sus manos–. Me parece haber estado toda mi vida de viaje y llegar ahora a mi patria.

Ella sonrió maternal.

–A la patria nunca se llega –dijo amablemente–. Pero cuando los caminos amigos se cruzan, todo el universo parece por un momento la patria anhelada.

Expresaba así lo que yo había sentido en mi camino hacia ella. Su voz y también sus palabras eran muy parecidas a las de su hijo y, sin embargo, diferentes. Todo en ella era más maduro, más cálido y más natural. Pero lo mismo que Max nunca dio la impresión de ser un chico, tampoco ella parecía madre de un hijo mayor: tan joven y dulce era el resplandor de su rostro y de su pelo, tan tersa y lisa era su piel dorada, tan floreciente su boca. Se erguía ante mi más grandiosa que en mi sueño; y en su proximidad era la felicidad, su mirada el cumplimiento de todas las promesas.

Esta era, pues, la nueva imagen en la que se mostraba mi destino; no severa o desoladora, sino madura y sensual. No tomé ninguna decisión, no hice ninguna promesa; había llegado a la meta, a un mirador desde el que el camino se mostraba amplio y maravilloso, dirigido hacia países de promisión, sombreado por los árboles de la felicidad próxima, refrescado por cercanos jardines del placer. Ya podía sucederme lo que fuera; era feliz de saber que esta mujer existía en el mundo, feliz de beber su voz y respirar su proximidad. Que se convirtiera en madre, amada o diosa, no importaba, con tal de que existiera, con tal de que mi camino condujera cerca del suyo.

Hermann Hesse. Demian

Amare

Es en estos momentos cuando recuerdo las palabras de Carmen de Bizet en su Habanera.

El amor es un pájaro que puede anidar en los corazones o tomar el vuelo si tiene necesidad de libertad. El amor es un pájaro que canta en silencio sobre la belleza, tocando los corazones de los enamorados y aliviando el dolor.