La Casa Salazar, sede del Obispado nivariense, ha ardido. No siento pena sino por el valor histórico, pues como ya he declarado con anterioridad, la Iglesia me parece una empresa como cualquier otra. El inmueble antiquísimo y todos los bienes culturales que se encontraban en su interior han sido pasto de las llamas, y esto me entristece.
¿Acaso esta calle está maldita? En 1964 se quemó la iglesia de San Agustín de la que sólo quedaron las paredes y el vacío en su interior. Mi abuela me contó que cuando se enteró del incendio lo primero que pensó fue en mi padre y el peligro que podía sufrir ya que por aquel entonces estudiaba en el Cabrera Pinto, anexo a la iglesia en llamas.
Sin embargo, desde aquel año hasta hoy en día la iglesia sigue igual que entonces, sin restaurar ni nada por el estilo, pero ya están contratados tres arquitectos para reconstruir la Casa Salazar. ¿Acaso es más importante o es que hay intereses de por medio? Una cuenta se ha abierto para aceptar ayudas económicas, ya van por los 200.000 ¤ y sigue subiendo. Mientras tanto, las plantas crecen dentro de la iglesia de San Agustín, tal vez a la espera de hacer ellas mismas la labor que tantos años han estado añorando los muros de este edificio.
P.D. Hace poco me acaba de llegar un mensaje al móvil:
El próximo sábado, en el antiguo Obispado, concierto benéfico de Los Sabandeños. Presentan el tema «El cuarto del obispo, le cogió candela. Se quedó dormido y no apagó la vela».