Lo siento, pero es que cuando la escucho me sale el sentimiento guanche-chovinista-nacionalista-independentista por las orejas. Qué cosas.
Llamarme guanche,
hijo de los volcanes y las lavas,
llevar la frente alta,
tener el corazón hecho de libertades.
Llamarme guanche, nada más,
mi patria, un negro malpaís,
mi flor, una retama.
Beber el agua de una fuente,
descansar bajo un pino,
tener la mar que me separa
de todo aquello que no quiero
y que me ata.
Llamarme guanche,
labrar puntas de lanza,
darle vueltas al barro
y que el gánigo nazca.
¡Llamarme guanche!
¡Llamarme guanche!
Caminar sin caminos,
subir a la montaña,
mirar entre las nubes San Borondón lejana;
tallar con la tabona
en una añepa larga
y en cada beñesmén
recolectar la tierra.
Yrinchen yayo taro
beber ahof de hara.
Dar gracias, Achamán,
labrar una obsidiana
para mirar mi rostro
de hombre libre,
cuando nace Magec
cada mañana.
Desde siempre he tenido la costumbre [o manía, según se mire] de escuchar las letras de las canciones y darles una interpretación y una intencionalidad, lo que se dice, dedicar una canción.
Caetano Veloso – La barca
Antonio Machín – Envidia
Javier Solís – Si Dios me quita la vida
Ernesto Lecuona – Te he visto pasar (interpretada por Los Sabandeños)
Los Delinqüentes – A la luz del Lorenzo
Y el último, que vale mucho más la pena verlo en vídeo que escuchar simplemente la canción.