Pensamiento del día

Nosotros guardamos secretos pero los secretos son los que guardan nuestra individualidad.

Lo que no te mata te hace desear estar muerto. Lo que no te mata te hace dar un salto al más mínimo ruido. Lo que no te mata te convierte en una persona con la que es imposible convivir. Lo que no te mata te hace esconderte y vivir en las sombras donde nadie puede verte.

Demasiado a menudo perdemos de vista los pequeños detalles que dan placer a la vida. Recuerda, cuando alguien te hace enfadar hacen falta cuarenta y dos músculos para fruncir el ceño pero tan sólo hacen falta menos de la mitad para extender tu brazo y abofetear a esa persona con el dorso de tu mano.

Desde la estepa

Siempre había exigido de las mujeres, a las que amara, espiritualidad e ilustración, sin darme cuenta por completo nunca de que la mujer, hasta la más espiritual y la relativamente más ilustrada, no respondía jamás al logos dentro de mí, sino que en todo momento estaba en contradicción con él; yo les llevaba a las mujeres mis problemas y mis ideas, y me hubiese parecido de todo punto imposible amar más de una hora a una muchacha que no había leído un libro, que apenas sabía lo que era leer y no hubiese podido distinguir a un Tchaikowski de un Beethoven; María no tenía ninguna ilustración, no necesitaba estos rodeos y estos mundos de compensación; sus problemas surgían todos de un modo inmediato de los sentidos. Conseguir tanta ventura sensual y amorosa como fuera humanamente posible con las dotes que le habían sido dadas, con su figura singular, sus colores, su cabello, su voz, su piel y su temperamento, hallar y producir en el amante respuesta, comprensión y contrajuego animado y embriagador a todas sus facultades, a la flexibilidad de sus líneas, al delicadísimo modelado de su cuerpo, era lo que constituía su arte y su cometido. Ya en aquel primer tímido baile con ella había yo sentido esto, había aspirado este perfume de una sensualidad genial y encantadoramente refinada y había sido fascinado por ella.

Hermann Hesse. El lobo estepario

Desde la estepa

Por lo que se refería a los demás, a cuantos lo rodeaban, no dejaba de hacer constantemente los intentos más heroicos y serios para quererlos, para hacerles justicia, para no causarles daño, pues el «ama a tu prójimo» lo tenía tan hondamente inculcado como el odio a sí mismo. Y de este modo fue toda su vida una prueba de que sin amor de la propia persona es también imposible el amor al prójimo, de que el odio de uno mismo es exactamente igual, y en fin de cuentas, produce el mismo horrible aislamiento y la misma desesperación, que el egoísmo más rabioso.

Hermann Hesse. El lobo estepario

Pensamiento del día

Todo es cuestión de probabilidad o posibilidad, nada más.

Lo imposible es simplemente aquello que no sabemos cómo conseguir, tan sólo tenemos que aprender la manera.

Cuando te enfrentas a dos opciones tan sólo tienes que lanzar una moneda. Funciona, no porque te dé una respuesta, sino porque en ese breve instante en el que se encuentra en el aire de pronto sabes qué es lo que estás deseando.