Primero pensaba aclarar ciertas cosas, como por ejemplo por qué escribo, pero se me quitaron las ganas. Luego iba a hablar sobre el partido de esta tarde y el vaho que desprendía por la nariz, pero también se me fueron las ganas. Mientras escribo este post también se me están yendo las ganas, pero no, tengo que terminarlo y publicarlo. Podría echarle la culpa al resfriado, pero también hay más cosas… ¡Coñe, quiero ponerme bien!
El mundo callado
Es curioso cómo el constipado este que tengo me ha ido tirando desde la garganta a los oídos. Ahora mismo, y desde hace unas horas, sufro una disminución de la agudeza auditiva algo notable. Todo está tranquilo a mi alrededor, todo está callado, estoy en un mundo feliz de sonidos apantallados. Los coches ya no hacen tanto ruido, los niños no lanzan gritos tan molestos… Es en estos momentos cuando escucho mi propia respiración, los latidos del corazón y más abajo aún, mis pensamientos arrastrándose. Total, para lo que hay que escuchar…
Malo como un chucho
Joder, esto de trabajar en Ifara me tiene fatal. Afonía intermitente, tos sin expectoración, mucosidad abundante… Y lo mejor de todo es que hasta que pase el período de prueba no puedo cogerme una baja porque si no me echan del trabajo. Tampoco tenía pensado cogerla si mañana continúo igual, pero si empeoro no sé qué haré…
Ya llegó el frío
Han llegado muchas cosas últimamente, y no sólo el frío. El trabajito en la residencia de Ifara, las corrientes de aire frío que me han costado un resfriado y tener la garganta jodida, la primera paga de contrabando…
Pero lo que más me ha gustado es que ya ha llegado el frío, que a las fechas que estamos ya se echaba de menos. Chaquetas, bufandas, ropa abrigada, sábanas y mantas calentitas… Siempre me ha gustado el invierno, comerme un escaldón humeante mientras veo a través de la ventana la lluvia y la niebla gris. ¿A quién no le gusta?