Francamente

DSCN0101Ella era una persona compleja, que parecía que vivía muchas vidas a la vez, y hasta que todas se sincronizaban, cosa que no ocurría muy a menudo, nunca sabías quién era realmente.

Con pesar se preguntó si en realidad ella había estado intentando deliberadamente confundirlo o hacerle daño. Como Pandora, con su boca venenosa y su caja de deseos y frustraciones, abriendo y cerrando la tapa de forma vengativa e imprevisible.

Pero, francamente, a estas alturas ya le importaba un bledo.

Cuestión de exigencias

MosaicosEl otro día me dijeron una frase que me ha dado que pensar y era algo así como «no estás en condición de exigir». La verdad, como eufemismo para decirme suavemente «eres feo» no está nada mal, pero no es esto lo que me produjo cierta urticaria mental pues es un reflejo de la realidad. Mi carrera como modelo se ha visto truncada por mi falta de afeitado diario, corte y peinado de pelo planchado, odio racional contra la depilación corporal y las distintas cicatrices que pueblan mi piel.

No, no ha sido ese alarde de sinceridad respecto a mi belleza sino la falacia lógica de «si no eres X / eres Y, no puedes exigir» teniendo en cuenta que X <-/-> Y. Vamos a ver, no se le puede exigir a un inconformista por diseño que abandone de buenas a primeras sus requisitos establecidos y pase a ser un pelele que orgulloso agradece el premio de mierda que le ha tocado en la tómbola. No, algunas cosas no cambian.

Hay que entender que la exigencia no es un derecho sino que es una elección y, por eso mismo, no está sujeta a deberes que la condicionen. Siempre he pensado que el grado de exigencia que mantenemos con las cosas y, por extensión, con las personas, es directamente proporcional a la inteligencia de cada uno. Alguien inteligente, por definición, debe poseer además algo del espíritu inconformista, así que no se puede satisfacer con cualquier cosa simplemente porque sabe lo que quiere y lo que no.

Alguien que hace concesiones continuamente respecto a sus gustos o deseos hace gala de una convicción débil y una labilidad denodada, es poco inteligente y muy conformista. Por otra parte, al igual que ocurre con la escala de dureza de Mohs, alguien que no cesa en su empeño y no es capaz de adaptar sus condiciones será más proclive a la fragilidad, esto es, frustración y soledad. Exigir está bien, siempre que se mantenga dentro de los límites de la realidad y la probabilidad de consecución se encuentre dentro de lo humanamente posible.

Siempre estamos comparando variables con nuestro sistema de referencia para saber en qué lugar del eje de coordenadas podemos ubicarlas y si se encuentran o no dentro del dominio de nuestras campanas de Gauss particulares. Este es nuestro funcionamiento interno; es el último y único juez que dicta sentencia sobre lo que nos gusta o nos desagrada, luego la exigencia es inherente pues marca el límite de nuestros gustos; la frontera entre lo deseado y lo que queremos evitar; lo que despierta en nosotros interés o, por el contrario, aversión; la conditio sine qua non.

La exigencia es lo que nos permite cribar lo deseable de lo que no lo es, marcar objetivos para alcanzar o minimizar en cierta medida las probabilidades de perder el tiempo esperando recibir lo que no está disponible. La virtud se halla en saber ser selectivo y discernir cuándo ser exigente y cuándo ser permisivo.

Guía del inconformista

InconformismoHola, si has llegado hasta aquí es porque has dado el paso más duro e importante: reconoces que eres un inconformista. Serlo no es un problema en sí mismo, las consecuencias sí que pueden traer resultados buenos o malos, todo depende de cómo te las tomes tú y el resto de personas a tu alrededor, pero todo esto es causalidad.

Esta guía fue escrita por alguien igual que tú, sólo que tuvo que hacer un acopio increíble de fuerza de voluntad para publicarla a pesar que no estaba totalmente de acuerdo con el resultado final. En realidad, fue escrita en poco tiempo pero fue su proceso de revisión el que resultó ser demasiado dilatado en el tiempo, pero aquí está como muestra de la capacidad de superación inherente al ser humano para sobrepasar sus propios límites, físicos y mentales.

Sí, ser inconformista es una condición que impone límites físicos y mentales a prácticamente cualquier cosa que hagas en tu vida y, sobre todo, aquellas a las que les pongas especial interés e importancia. Por ejemplo, a tenor de tu orden de prioridades, tu principal interés será el que más sufra tu inconformidad y nunca estarás totalmente de acuerdo con los resultados de tus esfuerzos. Por otra parte, aquello que tenga poca importancia para ti se verá muy poco influenciado por tu falta de conformismo, porque realmente te dará más o menos igual.

Has de saber que tu inconformismo será a menudo causa de muchas desilusiones y frustraciones porque, aunque no lo creas, no todo es mejorable, y digo esto porque el fin último de todo inconformista es mejorar, avanzar, conseguir una meta que nos marcamos y que, una vez alcanzada, se verá reemplazada por otra nueva meta quizás más difícil de conseguir o incluso utópica. Pero no te desanimes por esto, el esfuerzo de alcanzar nuestras metas es el eje motor que mueve los engranajes de nuestra vida.

Si has alcanzado tu meta y te sientes feliz, nadando en la euforia porque ya está todo hecho, siento decirte que este sentimiento es efímero porque, quieras o no, eres inconformista y aunque ahora no lo sepas, tarde o temprano aparecerá por algún resquicio de tu vida algún nuevo objetivo a alcanzar. Si, por el contrario, te embarga la tristeza, la desilusión, la frustración por no haber alcanzado lo que te propusiste un día, a pesar que no lo creas, te alegrará saber que un nuevo proyecto surgirá por algún rincón y volverás a retomar tus ánimos para conseguirlo.

También has de tener claro que todos los objetivos que tengan algo que ver con las personas tienen un alto índice de probabilidad de fallar. No debemos ser pesimistas, a pesar que éstos últimos son optimistas con experiencia. Las probabilidades son previsiones y todo es posible, al menos en nuestro universo y con el tiempo suficiente.

Es por eso que cuando una persona provoque, o sea en sí misma, un fallo para la consecución de tu objetivo no has de tomarlo como algo extraño, porque somos personas y no somos infalibles, porque lo más normal es que fallemos en la mayor parte de los casos. No guardes rencor, no odies lo que es absolutamente normal en la naturaleza humana, porque si alguien te falla está en tu mano y en tu condición de inconformista el tomar la decisión más adecuada.

Así es nuestra vida, muy pocas veces disfrutamos de verdadera felicidad, a menudo nos veremos desanimados y tristes, continuamente nos hallaremos en una especie de competición, exigiendo al mundo y a nosotros mismos cambios y mejorías, pero no debemos sentirnos extraños por ello. Muchos detalles del mundo existen porque otros como nosotros nunca estuvieron totalmente conformes y quisieron mejorar.

Debemos sentirnos orgullosos porque, mientras los conformistas se sientan a ver la vida pasar, nosotros movemos el mundo.